domingo, 18 de junio de 2017

¡La santidad! (un texto de Bernanos)

La gloria de la Iglesia es la santidad.

La gloria de la Iglesia se manifiesta en sus hijos santos, que son sus mejores hijos.


Rica en santos, la Iglesia se muestra como Madre santa y solícita que los conduce a Dios y le dispensa los medios de la gracia y la comunicación del Espíritu Santo.

¡Bendita Iglesia!

¡Qué santo orgullo, sencillo y humilde, de ver una Iglesia tan rica en santos! Así es nuestra familia espiritual. Así es este Cuerpo del que formamos parte.

"Nuestra Iglesia es la Iglesia de los santos.

Por ser santo, ¿qué obispo no daría su anillo, su mitra, su báculo pastoral, qué cardenal no daría su púrpura, qué pontífice no daría su vestido blanco, sus camareros, sus guardias suizos, todos sus bienes temporales? ¿Quién no querría tener la fuerza para correr esta admirable aventura?



Porque la santidad es una aventura, es incluso la única aventura. Quien lo haya comprendido entra en el corazón de la fe católica y siente estremecerse en su carne mortal un terror distinto del de la muerte, una esperanza sobrehumana.

Nuestra Iglesia es la Iglesia de los santos...

Todo ese gran aparato de sabiduría, de fuerza, de suave disciplina, de magnificencia y de majestad no es nada por sí mismo si no lo anima la caridad. Pero la mediocridad no busca en él más que una seguridad sólida contra los riesgos de lo divino. ¡Qué más da! Cualquier niño pequeño de nuestra catequesis sabe que la bendición de todos los clérigos juntos no traerá la paz más que a las almas ya preparadas a recibirla, a las almas de buena voluntad.

Ningún rito dispensa de amar.

Nuestra Iglesia es la Iglesia de los santos" 

(Bernanos, trad. en Alfa y Omega).

1 comentario:

  1. "Porque la santidad es una aventura, es incluso la única aventura", lo reitero, más bien lo voceo.

    Venid, subamos al monte del Señor (de las antífonas de Laudes)

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