martes, 20 de octubre de 2015

El paralítico curado y otros

Los milagros del Evangelio, aquellas actuaciones del Señor que curan a los enfermos, muestran el poder divino de Jesús sobre la naturaleza creada y sobre las fuerzas del mal.

Pero apuntan a algo más. No porque el milagro sea simbólico, un relato mitico, ficticio, inventado por los evangelistas, sino que en su verdad, quieren poner de relieve la misión completa del Señor.

El paralítico curado es un pasaje muy claro a este respecto.

Este enfermo, nada habla, nada dice, nada pide. Se deja hacer sin oponer resistencia.
 
"Lo cierto es que el enfermo nada dice, sino que se entrega totalmente en manos de su médico divino; mas los otros, gentes curiosas y envidiosas, no hacen sino poner tropiezos a los beneficios de los demás [los fariseos presentes]" (S. Juan Crisóstomo, In Matt., hom. 29,2).

Son cuatro amigos los que llevan la camilla y abren un boquete por el techo para que llegue a Jesús, ¡tal era la concurrencia presente! Jesús ve la fe de los amigos -qué importante es la fe de los que se acercan a Jesús para interceder por otros- y lo primero que hace es perdonar los pecados. Luego para poner en evidencia que ese perdonar los pecados era real y divino (¿quién puede perdonar los pecados sino Dios?), sólo entonces, le dice al paralítico que tome su camilla y eche a andar.

Cristo se revela como un Médico que ejerce la salud en el cuerpo así como en el alma. Y todo en Él es curación y medicina: ya sea el obrar milagros, el predicar, el orar solo o sentarse a la mesa con los demás. Porque Él no se buscaba a sí mismo, sino la gloria de Dios y nuestro propio bien.

"A todo linaje de medicina solía apelar Cristo; y no sólo hablando, no sólo haciendo milagros y confundiendo a sus enemigos, sino hasta comiendo, procuraba la salud de los que mal se hallaban" (Id., hom. 30,2).

Sentado a la mesa con los publicanos y pecadores, en casa de Mateo, Cristo está transformando la realidad para salvarla. Todo lo santifica para poder curar a todos; cualquier ocasión es aprovechada por Jesús para curar y redimir.

"Lo que en aquella mesa había de servírsele era fruto de la injusticia y de la avaricia. Sin embargo, Cristo no lo rechazó, atendiendo al gran provecho que de allí había de resultar, y no se desdeñó de estar bajo el mismo techo y sentarse a la misma mesa con quienes en tales negocios entendían. Tal tiene que ser el médico: si no es capaz de soportar el mal olor de la podredumbre, tampoco será capaz de librar a los pacientes de su enfermedad. Y, realmente, de ahí le vino al Señor mala fama: por comer con Mateo, por comer en su casa y por acompañarse de muchos otros publicanos" (Id., hom. 30,2).

Así el Señor se presenta como Médico desvelando cuál es su misión.

"No tienen necesidad de médico los santos, sino los enfermos, con lo que Él mismo veladamente se daba por médico" (Ibíd.).


1 comentario:

  1. El Evangelio dice que Jesús"viendo la fe de ellos" (de los amigos que le bajaron por el tejado); nada dice del paralítico pero ¿Aquél que ve los corazones no vió la esperanza del paralítico? Hay que tener mucha esperanza para dejarte bajar en una camilla por el tejado de una de aquellas casas y en medio del gentío.

    Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus Santos profetas (de las antífonas de Laudes).

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