miércoles, 8 de abril de 2015

La escatología ha comenzado

Pensamos a veces que la escatología es simplemente lo último, y lo situamos o después de nuestra o lo proyectamos más allá aún, cuando venga Cristo en su gloria para juzgar a vivos y muertos, como Rey y Señor de todo lo creado.


Algo de razón hay, porque la escatología es lo último, lo definitivo y por tanto, lo pleno. Son las realidades últimas de la existencia y de la historia que profesamos en el Credo, aunque se prediquen o se enseñen poco.

Realmente la escatología (esto último) ha comenzado ya. ¿Cuándo? Su inicio ocurrió en la resurrección del Señor, en su santa Pascua. Hay comenzó lo último, la vida eterna prometida y el señorío de Jesucristo. Por tanto, la vida eterna se empieza a degustar ya, aquí y ahora; la eternidad ha entrado en el tiempo. La vida ya vence sobre la muerte y Cristo ya es el Señor de todo.

La escatología ha comenzado con la resurrección de Jesucristo.

"La virtualidad de la resurrección ha situado de golpe a Jesús en el punto final de su historia. La resurrección ha hecho a Jesús salvación en su plenitud universal y final. Todo encuentra en él su plenificante realización: su rerrección es la de lo smuertos (Rm 1,4). Ya se ha pronunciado el último juicio: 'Ahora va a ser juzgado el mundo'. La escena escatológica en la que se doblará toda rodilla y confesará toda lengua que Jesús es el Señor es consecuencia de su actitud obediencial hasta la muerte (Flp 2,8-11). Con su pascual glorificación, se convierte Jesús en el Señor del Día. La resurrección del Hijo único no es solamente anticipo y profecía; es en sí ya misterio escatológico, por el hecho mismo de 'habitar corporalmente en Jesús toda la plenitud de la divinidad' (Col 2,9). Con Jesús resucitado, se hace ya presente en el corazón del mundo la salvación final" (DURRWELL, F.X., Cristo nuestra Pascua, Ciudad Nueva, Madrid 2003, p. 70).

La escatología ha comenzado porque la Resurrección del Señor abre ya la posibilidad de la resurrección y la vida. Él es el Primogénito de entre los muertos, el Primero. Ha comenzado ya la escatología. Ésta es la fe de la Iglesia:

"La Resurrección de Cristo —y el propio Cristo resucitado— es principio y fuente de nuestra resurrección futura: "Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron [...] del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo" (1 Co 15, 20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En Él los cristianos "saborean [...] los prodigios del mundo futuro" (Hb 6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina (cf. Col 3, 1-3) para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Co 5, 15)" (CAT 655).

"Cristo, "el primogénito de entre los muertos" (Col 1, 18), es el principio de nuestra propia resurrección, ya desde ahora por la justificación de nuestra alma (cf. Rm 6, 4), más tarde por la vivificación de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11)" (CAT 658):



2 comentarios:

  1. El hombre busca trascender. Es un ser creado a imagen y semejanza de Dios, un ser que se caracteriza por estar dotado de libertad, dignidad, diferenciarse de los demás seres, capacidad de amar y de conocer.

    Y Cristo es Aquel que vuelve a unir aquella semejanza del hombre a Dios –rota en el Antiguo Testamento- por ser el nuevo Adán, el nuevo hombre, que libera al mundo de pecado y lo salva. Hablamos de una antropología unitaria, la cristiana. Y es justamente la concepción antropológica, la que permite y hace posible la escatología, porque se necesita de un ser integral como el hombre transformado por Cristo.

    Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya (de las antífonas de Laudes)

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  2. a) Por un lado, la Resurrección de Cristo es trascendente, final, escatológica, por medio de la cual su cuerpo queda glorificado. No es una vuelta a la vida natural, sometida aún al sufrimiento y la muerte como en el caso de Lázaro.

    b) Pero, por otro lado, esta resurrección no ha escapado a la historia, porque se ha manifestado históricamente mediante el sepulcro vacío y las apariciones.

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