lunes, 9 de marzo de 2015

Perdona nuestras ofensas (VI)

Diariamente hemos de pedir perdón al Señor porque diariamente pecamos. Sabemos que el justo peca siete veces al día(cf. Prov 24,16), ¿cuánto no pecarán los que no son justos ni viven en la presencia de Dios?

Son muchos nuestros pecados; hemos pecado y cometido iniquidad, atentando contra Dios y contra los hermanos. Es justo que pidamos perdón.

En este peregrinar también recibimos humillaciones, ultrajes, desprecios, ataques, de los demás, y vendrán después, arrepentidos, a pedirnos a nosotros el perdón. Es igualmente de justicia que sepamos perdonar. Esta es la condición para el perdón divino: que sepamos perdonar de corazón al hermano.

Lo que naturalmente nos parece difícil y en ocasiones imposible, la oración y la gracia de Dios lo hacen posible. El perdón que otorgamos será la medida del perdón que recibiremos. Así nos lo enseñó el Señor al entregarnos la Oración dominical.



"n. 8. Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Cuándo, sino en esta vida, es necesaria tal petición? En la otra no tendremos deudas.

¿Qué son las deudas sino los pecados? Vais a ser bautizados y todos vuestros pecados serán perdonados; ni uno solo quedará. Si alguna vez hicisteis algo malo de obra, de palabra, deseo o pensamiento, todo se borrará. Por tanto, no nos sería necesario aprender y decir esta petición: Perdónanos nuestras deudas, si tuviéramos plena seguridad frente al pecado en la vida posterior al bautismo.

Pero, ante todo, cumplamos lo que sigue: Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Vosotros principalmente que vais a obtener la cancelación de vuestras deudas, procurad no retener en vuestros corazones nada contra nadie, para salir de allí tranquilos, en cuanto libres y absueltos de todo; ni comencéis a querer tomar venganza de los enemigos que con anterioridad os hubieran agraviado. 

Perdonad como a vosotros se os perdona. Dios a nadie ha ultrajado, y, sin embargo, aun no debiendo nada, perdona. Si quien nada debe que le haya de ser perdonado, perdona todo, ¿con cuánto mayor motivo ha de perdonar quien ha sido perdonado?"

(S. Agustín, Serm. 57,8).


1 comentario:

  1. Perdonar ¿sólo cuando me pidan perdón? Perdonar no es fácil cuando quién te ha causado algún mal no te pide perdón, cuando no tiene en cuenta que te ha hecho daño sin razón alguna. Pero aún así, en este caso también es posible perdonar, no devolviendo mal por mal y orando por el que se portó mal contigo: ‘Señor cumple en él tu voluntad’.

    Perdonar no es negar la realidad del mal sufrido, ni una postura estoica de “soportar por soportar”. Perdonar, tampoco está reñido con la legítima defensa ante la injusticia, siempre que no sean sentimientos de rencor o de ira los que muevan tu espíritu.

    Él me librará de la red del cazador (del Responsorio breve de Laudes)

    ResponderEliminar