jueves, 18 de julio de 2013

La aspiración a la humildad (Exht. a un hijo espiritual - X)

"Hijo, por encima de todo aspira a la humildad, que es cosa más sublime que cualquier otra virtud, para que así puedas alcanzar la cima de la perfección, porque los justos empeños no se cumplen de otro modo sino gracias a la humildad y los esfuerzos realizados durante mucho tiempo, por culpa de la soberbia no valen nada.

Un hombre humilde es semejante a Dios y lo lleva en el templo de su corazón. Y el soberbio, por ser aborrecible a Dios, es semejante al diablo.
El humilde, aunque en el porte parezca el más vil, sin duda es glorioso por sus virtudes. El soberbio, en cambio, aun pareciendo digno y distinguido en su aspecto, sin embargo sus actos lo revelan como un inútil y por su semblante, sus andares y sus movimientos se reconoce su soberbia, y por sus palabras quedará pública y notoria su vanidad. Siempre ansía que lo alaben y se desvive por que se prediquen de él virtudes a las que en realidad es ajeno.

No soporta estar sujeto a nadie sino que siempre quiere el primer lugar e intenta meterse hasta llegar a una posición más alta; y lo que no puede conseguir por sus méritos, se apresura a alcanzarlo a fuerza de intrigar: siempre va andando hinchado como un odre vacío lleno de aire. Y lo mismo que un barco sin timonel cuando lo sacuden las olas, así de vanoe inconsistente lo van llevando de acá para allá todos sus actos. El humilde, por el contrario, rechaza todo honor terrenal y se considera el último de todos los hombres.

En verdad, aunque se muestre mediocre en su aspecto, sobresale a los ojos del Señor. Aunque haya cumplido todos los mandamientos del Señor, declara no haber hecho nada y se apresura a ocultar todas las virtudes de su alma; pero el Señor divulga todas sus obras y las saca a la luz; glorifica sus acciones y a él lo ensalzará y lo hará célebre; y lo que pide en el momento de rezar lo obtendrá"

(S. Basilio Magno, Exh. a un hijo espiritual, n. 10).


3 comentarios:

  1. Ligerito. Estamos en pleno verano, y yo, cerquita de las vacaciones.

    ¿Saben qué le falta al diablo? El sentido del humor. Nos lo han dicho muchísimas veces: no tomarse a uno mismo ‘tan en serio’ ayuda a situarse en la humildad. ‘Tomarse uno tan en serio’: “ansía que lo alaben… el primer lugar… intrigar… hinchado como un odre vacío”; demanda de atención continua e insaciable en 'la fiesta de máscaras de la vida'. Lo que se ha de tomar en serio es la vida.

    Una fábula de Samaniego resumida: “De reliquias cargado un asno recibía adoraciones, como si a él se hubiesen consagrado reverencias, inciensos y oraciones… Señor jumento, no se engría tanto; que si besan la peana, es por el santo”.

    Espero que san Basilio me de su conformidad.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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  2. Yo creo que la humildad es un don de DIOS, una acción de la Gracia. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  3. Un cuento de Anthony de Mello sobre este tema:

    Un día el diablo se transformó en ángel y se apareció a uno de los santos Padres del desierto.

    -Soy el ángel Gabriel –dijo el diablo, disfrazado-y me ha enviado a ti el Todopoderoso.

    Al verlo, el monje puso cara de extrañeza.

    -Piénsalo bien-dijo el monje- Seguramente has sido enviado a otro. Yo no he hecho nada que merezca la visita de un ángel”.

    E inmediatamente el diablo se esfumó y jamás volvió a atreverse a acercarse al monje.

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