sábado, 27 de julio de 2013

"Católica", ¿sí,?, ¿en qué sentido?

Vamos a dejarnos catequizar hoy por el sentido "católico" que tiene la Iglesia, por esa nota tan definitoria, tan íntima a su ser y que verifica su autenticidad. Sólo la Iglesia de Cristo, que continúa su Presencia, es Católica, es "la Católica". Éste era el término preferido de los Padres al hablar de la Iglesia.

En ella nos insertamos y de su catolicidad participamos.

"'La Iglesia tenía... un título de honor que todos concordaban en reconocerle...; un título que precisamente por esto era empleado por los Padres. Era un título que las sectas no podían reclamar para sí, de cuya posesión no podían privar a su propietario legítimo... puesto que era la denominación característica de la Iglesia en el Credo... San Pablo nos dice que el hereje "se condena a sí mismo"; y la Iglesia no necesitó contra las sectas de los primeros siglos testimonio más claro que el que las propias sectas daban por sí solas dado el contraste entre ellas y la postura de la Iglesia en aquel tiempo. Las sectas, dicen los Padres, son llamadas con el nombre de sus fundadores, de su lugar de nacimiento o de la doctrina que profesan. Así fue desde el principio: "Yo soy de Pablo, y yo de Apolo, y yo de Cefas"; pero le fue prometido a la Iglesia que no tendría ningún señor en la tierra y que "reuniría en uno solo a los hijos de Dios dispersos por el mundo". Su nombre habitual, que se escuchaba en la plaza del mercado y se pronunciaba en los palacios, el nombre que conocía incluso el recién llegado y que empleaban los edictos del Estado, era el de Iglesia 'Católica''.

Así es como Newman, tratando sobre la Iglesia en el siglo IV y sus relaciones con las sectas y las herejías, indica el rasgo distintivo con el que se encuentra designada desde el siglo II, ya que a medida que la Iglesia tomaba conciencia de su singularidad, experimentada desde sus orígenes, se aprestaba a expresarla con la preocupación constante de poner de manifiesto sus dimensiones esenciales. Este es precisamente el caso de su catolicidad. 


De Lubac nos hace observar que "Katholikós, en griego clásico, era empleado por los filósofos para indicar una proposición universal; ahora bien, el universal es un singular, y no debe confundirse con una suma. La Iglesia no es católica por estar actualmente extendida en toda la superficie de la tierra y contar con un gran número de adeptos. Era ya católica la mañana de Pentecostés, cuando todos su miembros cabían en una pequeña sala; lo era cuando las oleadas de los pueblos arrianos parecían sumergirla; lo sería todavía mañana aunque apostasías masivas le hicieran perder casi todos sus fieles. Esencialmente la catolicidad no es cuestión de geografía ni de cifras. Si bien es verdad que debe desplegarse necesariamente en el espacio y manifestarse a los ojos de todos, no es sin embargo de naturaleza material, sino espiritual. Como la santidad, la catolicidad es un principio intrínseco a la Iglesia. La Iglesia, en cada hombre, se dirige a todo el hombre, comprendiendo toda su naturaleza".

La catolicidad es, pues, una dimensión esencial de la Iglesia, y expresa fundamentalmente cómo ésta es pertinente al ser humano en todas sus variables expresiones. Que la Iglesia sea católica significa por ello que la verdad y el espíritu de la Iglesia, lo que ella proclama y la experiencia en la que introduce, puede ser asimilado por cualquier cultura o mentalidad y vehiculado por ellas. Puede que la historia haya registrado modos dramáticamente desprovistos de respeto, como también experiencias sublimes de compartir y valorar las diferencias culturales, pero lo que resulta importante verificar es ese carácter capaz de abarcar todas las dimensiones humanas que define a la catolicidad de la Iglesia. La Iglesia reclama para sí la prerrogativa de ser genuinamente humana, por lo que cualquier cultura o mentalidad puede experimentar la verdad que proclama y la experiencia que propone como la manera más adecuada de completarse, como su realización más plena. De hecho el catolicismo declara que corresponde sencillamente a aquello a lo que el hombre está destinado. 

Daniélou observa lo siguiente, al tratar de la relación entre la Iglesia y las diferentes civilizaciones: "Ahora bien, siempre corremos el peligro de confundir la unidad con la uniformidad, de concebirla bajo forma de centralización en el plano de la organización, o de un modo común de expresión en lo que se refiere a las fórmulas teológicas. Pero la verdadera unidad es aquella que es al mismo tiempo catolicidad; la que en el interior de la unidad de la fe, de la unidad de la Iglesia, de la unidad del dogma, de la unidad de la Eucaristía, se expresa a través de las diversas mentalidades, culturas y civilziaciones'"

(L. GIUSSANI, Por qué la Iglesia, tomo 2, El signo eficaz de lo divino en la historia, Encuentro, Madrid 1993, pp. 143-145).

2 comentarios:

  1. Sin duda, Padre, las palabras tienen un significado muy preciso. Puede que las palabras no sean neutras, pero eso es irrelevante, porque cada palabra tiene un significado muy concreto. Las percepciones personales, las connotaciones, las cargas que en un contexto determinado tengan son solo eso. Cada palabra denota un concepto. Incluso cada acepción que tenga una palabra denota un significado muy concreto. Las palabras no significan lo que cada uno entienda. Esa es la esencia del lenguaje, y solo así es posible la comunicación entre las personas. Así que, Padre, muchas gracias por aclararnos lo que denota la palabra "católica". Palabra que intuyo es muy poco neutra para muchos.
    Espero, Padre, que siga disfrutando de su tan merecido descanso.
    Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  2. kato y holon: “en orden a la totalidad”, secundum totum (san Agustín). No confundir el término con “ecuménico” (ôikos: casa; oíkuméne, toda la tierra habitada) que no precisa transformación esencial; la catolicidad es cualidad vital, como expresa Lubac; no es un ideal, sino una verdad fáctica, propiedad esencial inmanente.

    Para Ignacio el sufrimiento, muerte y resurrección de Cristo no son asuntos teóricos sino algo vivo e inmediato en una cita que es célebre por una sola de sus palabras: “Donde está el obispo está la comunidad, así como donde está Jesucristo está la Iglesia católica”. En el mismo sentido es usada tres veces en el Martirio de San Policarpo pero en este escrito aparece una vez en el sentido de la Iglesia que cree rectamente.

    ”… puede ser asimilado por cualquier cultura o mentalidad”. “… como su realización más plena” “…el universal es un singular, y no debe confundirse con una suma”. Sobre el fundamento apostólico, impulsada hacia todo el mundo, a todos los pueblos, a todo hombre de todos los pueblos en su integral condición y naturaleza de hombre necesitado de redención, porque Cristo no es el fundador de una de tantas religiones o filosofías sino el camino, la verdad y la vida para todo hombre.

    Por cuanto se postula, por obra y arte del pensamiento liberal que, en última instancia, es imposible alcanzar la verdad pues la inteligencia del hombre no puede adecuarse de manera única a lo real sino al “pluralismo de la verdad”, de modo que cada cosa es buena para quien la posee y no tiene sentido discutir cuál es mejor, no se quiere aceptar que toda cultura, como todo hombre, necesita ser redimida por Cristo; las preguntas importantes son evitadas y las preguntas genéricas o superficiales, cuyas respuestas son conocidas por todos, forman parte del ritual aceptable.

    Respecto al último párrafo: estoy cansada de la diatriba unidad, uniformidad, diversidad, unidad en la diversidad. La meta: sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto y esa perfección atendiendo a Efesios es la estatura de la plenitud de Cristo; esta es la dirección y el sentido; los medios: oración sincera, escucha atenta, meditada y puesta en práctica de su palabra, sacramentos bien recibidos y mociones interiores sólo si se pueden discriminar como verdaderas.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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