martes, 16 de abril de 2013

El evangelio de Jn en Cuaresma y Pascua (III)



4. Jn 7-8: La revelación de Jesús rechazada


            En estos dos capítulos, Jesús se manifiesta como luz y vida, y por ello, continúa el tono polémico con los jefes de los judíos. La tensión se palpa: más de 14 veces se habla de la muerte de Jesús.




            La gran objeción a Jesús, que se va desvelando cada vez más claramente, es el origen humano de Jesús, pero eso es juzgar por apariencias. Él procede de Dios, declara abiertamente; incluso pronuncia esas palabras “Yo soy”, majestuosas, que revelan su divinidad. Los judíos creen saberlo todo sobre Jesús y en realidad no saben nada y desconocen que es el Logos eterno hecho carne –como ya presentó el evangelista en el prólogo tan bellamente. “El conocimiento superficial que los jerosolimitanos tienen acerca de la persona de Jesús no es un conocimiento suficiente y verdadero: sólo pueden conocerle los que ven en ál al enviado de Dios”[1]. Están ciegos. Las discusiones se suceden una tras otra mientras que Jesús alude al testimonio incluso de Abrahán que vio su día y se alegró. “Prosigue Jesús. Ellos pertenecen al mundo que no puede dar la vida, mientras que él ha venido del cielo precisamente para dar esta vida. Su obcecación es la garantía segura de que morirán en pecado, puesto que rechazan la vida que sólo Jesús les puede dar. Esta vida sólo se puede alcanzar mediante la fe en él”[2].

            ¡Creen tener vida en ellos!, pero la vida viene del poder salvador de Jesús al que no quieren reconocer. Se apartan de la fuente de la vida. “La desgracia con que Jesús amenaza aquí a la incredulidad consiste simple y llanamente en no tener parte alguna en Jesús, en no tener comunión alguna con él: es la ausencia total de Jesús. En eso consiste precisamente la incredulidad: en la plena ausencia de Jesús y, a una con ello, en la falta de comunión con Dios”[3].


            Son dos capítulos, 7 y 8, donde se hace patente la incredulidad y ceguera ante Jesús, la obstinación en no creer y el deseo de eliminar a Jesús, deseo que va creciendo por momentos, aunque aún no le había llegado su Hora. La Hora acontecerá el Viernes Santo y la liturgia nos va llevando de la mano, con esta lectura semicontinuada, hasta la Pasión proclamada y luego adorada en la Cruz de la liturgia del Triduo pascual.

            Veamos la distribución de lectura en el leccionario y el correspondiente título de cada Evangelio:


Viernes IV: Jn 7, 1-2. 10. 25-30, “Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora”.

Sábado IV: Jn 7, 40-53, “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?”

Lunes V: Jn 8, 1-11, “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”;

o bien:

Jn 8, 12-20, “Yo soy la luz del mundo”.


Martes V: Jn 8, 21-30, “Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy”.

Miércoles V: Jn 8, 31-42, “Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”.

Jueves V: Jn 8, 51-59, “Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día”.


5. Deciden acabar con Él

            La inminencia del desenlace dramático, la cercanía de la Hora de Jesús, es ofrecida por el leccionario cuaresmal con los intentos ya claros, decididos, de arrestarlo y entregarlo a las autoridades. Omitiendo el capítulo 9, el ciego de nacimiento, leído en el IV domingo de la Cuaresma (ciclo A) y el capítulo 10, que se leerá en Pascua, se ofrece primero un intento de detenerlo, pero Jesús se les escapa. Después, omitida la lectura de la resurrección de Lázaro porque se lee en el domingo V (ciclo A), el capítulo 11 narra la decisión irrevocable del Sanedrín y el sentido último de la muerte de Jesús “para reunir a los hijos de Dios dispersos”.

            Siguiendo la cronología de estos días, el lunes santo se escucha la unción de Jesús en Betania adonde se había retirado, preludio –entre otras cosas- de su sepultura próxima y, finalmente, el martes santo, por boca del cuarto evangelista en el marco de la última Cena, el anuncio de la traición de Judas y la negación de Pedro. Es el culmen de la tensión dramática de todo lo que ha ido in crescendo a lo largo de las ferias cuaresmales para desembocar en el árbol de la Cruz el Viernes Santo.

            Así los títulos del evangelio en el leccionario señalan la clave de lectura durante estos días:

Viernes V: Jn 10, 31-42, “Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos”.

Sábado V: Jn 11, 45-57, “Para reunir a los hijos de Dios dispersos”.

Lunes Santo: Jn 12, 1-11, “Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura”.

Martes Santo: Jn 13, 21-33. 36-38, “Uno de vosotros me va a entregar... No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”.


            Ésta es la forma y el sentido que poseen los evangelios de la IV y V semana de Cuaresma y primeros días de Semana Santa, siguiendo el estilo y las líneas narrativas-teológicas del evangelio de san Juan. Difiere mucho de lo que luego, siguiendo al mismo evangelista, leeremos en las ferias de la cincuentena pascual. “Desde el lunes de la cuarta semana hasta el sábado de la quinta se propone el camino de Cristo hacia la Pascua a través del evangelio de Juan, con los momentos más trágicos de contraste entre Jesús y los fariseos. Así la Iglesia introduce al cristiano en los sentimientos de Cristo hasta el umbral mismo de la traición de Judas y de la pasión. Téngase en cuenta que la Iglesia ha mantenido el uso de esta lectura de Juan, que en Roma se hacía en las tres semanas que precedían a la Pascua”[4].





[1] CBSJ, Vol IV, p. 463.
[2] Id., p. 468.
[3] BLANK, J., El evangelio según san Juan, t. I b, Herder, Barcelona 1984, p. 100.
[4] CASTELLANO, J., El año litúrgico. Memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia, Biblioteca litúrgica 1, CPL, Barcelona 1994, p. 135.

8 comentarios:

  1. Jesús parece controlar los tiempos, nadie podrá tocarle hasta que no llegue “su hora”; piensa y habla de su muerte, de su sepultura; sabe que está próxima. Habla de ello con mucha lucidez, va hacia ella con plena consciencia. Nadie le arrebatará la vida, Él la entregará.

    A medida que se va divisando claramente la tragedia que cambiará la historia, el evangelista testimonia que el mundo odia a Jesús porque su Persona pone en evidencia la maldad de sus obras. Las quejas y preguntas de Jesús siempre me han llegado a lo más profundo: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra… A mí, porque digo la verdad, no me créeis”. Y continuamente la cobardía: “…nadie hablaba de él abiertamente, por temor a los judíos… Y por causa de Él, se produjo una división entre la gente”.

    Me fascina María que, con una libra de ungüento de nardo legítimo de gran valor (el salario anual de un jornalero), unge los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos; escena misteriosa, gesto insólito de una mujer con quien no es su marido y además un gesto excesivo, un despilfarro, como hará resaltar Judas. Jesús dijo: "¡Déjala! Lo tenía guardado para el día de mi sepultura”. Este gesto tiene significado pascual; signo de su muerte y resurrección; Jesús subraya que María anticipa aquí los cuidados que no podrán ser dados a su cadáver.

    Mil perdones, don Javier, se escapó el ratón y pulsó indebidamente el cuadradito de largo; vd nunca es "largo" (no como "otras") y nada es bastante extenso cuando se trata de Jesús.

    ¡Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección!

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    1. Julia María:

      Cristo es el Señor del tiempo (Cronocrator). Él marca el ritmo... y señala su "Hora" en conformidad con el Padre. ¡Es único este Señor!

      Saludos cordiales

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  2. "Yo soy". ¿Hay dos palabras más hermosas y, a la vez, más atronadoras?

    Y ya que me pregunta, le diré que al hablarle de mi experiencia en Malta no es porque sea parco en palabras sino por dos razones: 1º)porque cobró por palabras, y 2ª)el Triduo Pascual fue en esencia igual que en nuestra patria. Al menos en la iglesia a la que fui yo los oficios se celebraron en inglés, no tuve la fortuna de que los Caballeros de la Orden de San Juan, Rodas y Malta la revistieran con sus cantos.

    En fin, no quiero extenderme, que luego la primera comentarista me pincha en "largo"...

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    1. La colmena:

      ¡Qué duro tuvo que sonar a esos oídos oír en labios de Jesús la frase de Dios mismo revelándose en la zarza! Él es Dios y aquí está.

      Por otra parte:

      Muy feo, muy feo que no quiera contar más porque cobras por palabras. Eso es de abogado regularcito. ¿No soy yo el que tendría que cobraros por palabras a la colmena y a doña Julia María? Y sin embargo aún no he redactado contrato alguno para ello, y si tuviera que hacerlo, avisaría a mi abogado particular (sevillano) para poneros ventajosas condiciones.

      No, no está bien eso en el clan de letrados colmenil.

      ¡Ay, cuánto me hacéis sufrir! (jejejeje)

      Y la primera comentarista carece de autoridad moral para calificar ni a sus hijos ni a mí de "largo"; no, no puedeeeee.....

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    2. Uf! las abejitas economistas ya se han puesto a "hacer númerosssss...."

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    3. ¿Economistas? ¡Uf! Y yo hablando con "La colmena"... ¡¡qué "ecuménico" soy!! Pensaba que estaban en la rama del Derecho.

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  3. Me da por pensar que es doloroso no saber nada de Jesús, y estar ciego para no verlo. Y sin embargo CRISTO los ama igualmente. Habría de dolernos esa ceguera, por nuestros hermanos pasados, y por nuestros hermanos presentes. Y claro está rezar por ellos.
    Sigo rezando. DIOS le bendiga, Padre.

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    1. Exactamente: y ese dolernos de la ceguera de los demás se llama "reparación".

      Saludos.

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