domingo, 17 de febrero de 2013

Renovar el sacramento de la Penitencia

Nadie se asuste: no propongo una revisión del rito del sacramento de la Penitencia; en todo caso, diría que se aplicase bien el rito, en su forma A (confesión y absolución individual) y en su forma B (celebración comunitaria con confesión y absolución individual).


Más bien me refiero a eso que suele denominarse "pastoral" del sacramento de la Penitencia: eso es lo que hay que renovar. Se suele ya, después de una época de silencio, predicar más sobre este sacramento, mostrarlo mejor en la catequesis, y confesar a todos, niños y jóvenes, antes de la Primera Comunión y de la Confirmación, y en algunos momentos más. Son pequeños brotes de esperanza para la vivencia de este sacramento. Pero, ¿sería suficiente?

El sacramento de la Penitencia es un medio eficacísimo de crecimiento en la santidad, de disponibilidad al Espíritu Santo, en el reconocimiento del propio pecado y en la gracia del perdón entregado. En el seguimiento de Cristo, y cuanto más se avanza en este seguimiento, más se descubre, se valora y se necesita acudir al sacramento de la Penitencia.

Ahora bien, ¿dónde puedo ir a confesar? ¿Cuándo? Lo pastoral debe ofrecer las oportunidades concretas para que cualquiera de nosotros pueda entrar en cualquier parroquia y hallar al sacerdote en el confesionario. Lo pastoral es ofrecer ampliamente la posibilidad de que cualquier persona sepa que cada día se puede ir a confesar sin trabas algunas. De ahí que la renovación del sacramento de la Penitencia, y la mejor catequesis visual que se puede ofrecer, pasa por la firme convicción, arraigada, de que el sacerdote cada día, pacientemente, se siente en el confesionario y los fieles, poco a poco, serán estimulados por esa presencia en el confesionario (en el fondo, la presencia de Cristo mismo aguardando) y sabrán que pueden acudir cualquier día, arrodillarse y recibir la Gracia sacramental.

La renovación pastoral del sacramento de la Penitencia, así pues, es más sencilla de lo que pudiera parecer. Simplemente consiste en que el sacerdote se siente cada día (media hora, una hora) en su confesionario aunque eso suponga un reajuste en los horarios o en los hábitos parroquiales, desplazando otras tareas a otros momentos.

Cuando se renueve así la pastoral de este sacramento, se verán los milagros de la Gracia de Cristo obrando en los hombres y revitalizando las parroquias.

"Con la centralidad de la eucaristía, las comunidades cristianas tienen que recuperar la conciencia de la importancia esencial de la penitencia, del arrepentimiento, de la conversión y del perdón en la vida cristiana. todos somos pecadores, todos tenemos que caminar por el camino del arrepentimiento, de la penitencia y del perdón. Todos somos, en el mejor de los casos, pecadores arrepentidos y perdonados.

Sin la recuperación del sacramento de la penitencia con absoluta seriedad dentro de nuestras comunidades, no podrá haber eucaristías fervorosas, ni santidad de vida, ni misión efectiva. El santo cura de Ars pasaba quince horas diarias en el confesionario. En nuestras parroquias tendrá que haber un espacio adecuado y un horario previsto para celebrar el sacramento de la penitencia y del perdón de forma personal, reposada, transformadora.

Habrá que conseguir formas más adecuadas de celebrar este sacramento, con más tiempo, con más reposo, con más atención a las verdaderas disposiciones de cada penitente. Sin la renovación espiritual permanente que produce la celebración frecuente de este sacramento, junto con una atención personal y estimulante del sacerdote, los cristianos no podemos crecer en fervor y santidad, no podremos llegar a ser verdaderos apóstoles" (SEBASTIÁN, F., Evangelizar, Encuentro, Madrid 2010, pp. 385-386).