martes, 15 de febrero de 2011

Cristo y el cristiano

Vayamos hoy al fundamento y centro de todo: Cristo y el cristiano, no vaya a ser que entre tantos temas, entre tanta actividad, la catequesis (y eso es lo que quiere ser siempre este blog) se pierda de vista la esencia misma del cristianismo, el núcleo grandioso de la Redención.

Y todo se cifra en una palabra, en el Misterio de una Persona: ¡Jesucristo! El cristianismo es la vida de Jesucristo que se comunica; pero no es ideología, moral, ética o voluntarismo; no es una caridad social anónima (la de una ONG), ni el culto religioso para agradar a la divinidad. El cristianismo es Jesucristo.
«Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Deus Caritas est, nº: 1).

La vida cristiana es una continua y progresiva comunión con la Persona del Señor, fruto de un encuentro, y este encuentro es tan decisivo que cambia la vida, la conforma con una nueva orientación. ¡Sólo Jesucristo! Si esto es así, la primacía la tendrá el contacto con Cristo en la liturgia y en la oración privada, y será una necesidad conocerle a Él.

Un magnífico texto de san Juan Crisóstomo nos ilumina sobre quién es Cristo y sobre su acción vital-vivificadora en nosotros:

"Nada debe interponerse entre nosotros y Cristo; porque si algo se interpone, vamos inmediatamente a pique. El sarmiento saca la savia que tiene por su unión (con la cepa); el edificio se mantiene en pie por la trabazón íntima de todas las piedras entre sí. Tan pronto como se pierde esta trabazón, se viene todo abajo, porque ya no hay consistencia. No nos contentemos, pues, simplemente con seguir a Cristo, sino que unámonos a Él, porque, si nos separamos de Él, estamos perdidos. Porque "los que se alejan de Ti perecerán", dice la Escritura (Sal 72,27). Unámonos, pues, a Él, pero con hechos. Pues "el que guarda mis preceptos, permanece en Mí", dice el Señor (Jn 15,10).

Cristo nos une a él por medio de muchos signos. Mira:
Él es la Cabeza, nosotros somos el Cuerpo; ¿puede haber un espacio vacío entre la cabeza y el cuerpo?
Él es el cimiento, nosotros somos el edificio.
Él es la vid; nosotros, los sarmientos.
Él es el Esposo; nosotros, la Esposa.
Él es el Pastor; nosotros, las ovejas.
Él es el camino; nosotros, los caminantes.
Nosotros somos el templo; Él es el que mora en él.
Él es el Primogéntio; nosotros, sus hermanos.
Él es el Heredero; nosotros, sus coherederos.
Él es la Vida; nosotros, los vivientes.
Él es la Resurrección; nosotros, los resucitados.
Él es la Luz; nosotros, los iluminados.

Todo esto muestra la unión, y no deja ningún espacio intermedio vacío, ni el más pequeño. El que se aleje, aunque sea un poco, se alejará aún más. Cuando a un cuerpo se le inflinge un corte, aunque sea pequeño, con la espada, se deshace; cuando un edificio empieza a resquebrajarse, aunque sea un poco, viene abajo; cuando el sarmiento se desprende de la raíz, aunque sea un poco, se hace inservible. Esto poco, pues, no es sólo un poco, sinoq ue es casi todo".

(San Juan Crisóstomo, In Ep. I ad Cor, 8,4).
Cristo lo es todo.
No ocultemos a Cristo con tantas reuniones que parezcamos una empresa.
No ocultemos a Cristo con una serie de acciones pastorales tendentes a hacer simpático y atractivo el cristianismo.
No ocultemos a Cristo sustituyéndolo con el esteticismo en boga hoy (la preocupación por mantener una estética barroca, un determinado modo, un formalismo).
No ocultemos a Cristo revistiéndolo de filantropía, de acción social, de caridad vacía de sí misma, de lenguaje social.
No ocultemos a Cristo viviendo la vida de la Iglesia de modo secularizado, mundano.
No ocultemos a Cristo con el activismo de hoy en parroquias, monasterios, asociaciones, hermandades, grupos...

Acerquémonos a Cristo: oigámosle en su Palabra cotidianamente.
Acerquémonos a Cristo: celebremos con amor la Eucaristía, dediquemos tiempo a estar con Él en la adoración eucarística (exposición del Santísimo y silencio de la capilla del Sagrario).
Acerquémonos a Cristo, conversemos con Él en la oración personal.
Acerquémonos a Cristo, confesémosle nuestros pecados en el sacramento de la Penitencia.
Acerquémonos a Cristo, recibamos su vida.

¡Cristo lo es todo!

14 comentarios:

  1. Cristo sale a nuestro encuentro a decirnos en lo más profundo del alma que nos ama y que quiere que vivamos con él una vida nueva, distinta, una vida que no se acaba, una vida plena. Sólo Él puede entrar en el corazón del hombre y quitar la serpiente del odio, de la ira...amándonos. El puede vivir en nosotros, no se ha salido de la historia al resucitar, sigue aquí.
    ¡Que alegría ver a tantos comentaristas nuevos!, don Javier.
    Feliz día a todos.
    Bendiciones

    ResponderEliminar
  2. Cuando me siento bendecida por un sacerdote, me acerco a Cristo.

    Gracias, D. Javier.

    Feliz día

    ResponderEliminar
  3. Hola D.Javier. La vida en Cristo, en comunidad, lo es todo para mí desde el momento de mi encuentro personal con Él.Pediré con más insistencia que la viuda pelma, para que todos los bautizados se encuentren con Él en esta vida y sean luz y sal verdaderas llenos de alegría y gozo.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Muchos cristianos tenemos vergüenza de poner a Cristo en el centro de nuestra vida. Empezando por mi mismo. Pero más que vergüenza, lo que nos pasa es que desconocemos demasiado y nos sentimos muy inseguros en temas fundamentales.

    El otro día comentando con otra persona de mi parroquia lo actual que resulta el pelagianismo, me miró como si le hablara de algo pretérito y abolido. Escarbando sobre el asunto, nos dimos cuenta de que la ignorancia da lugar al miedo y el miedo al rechazo instintivo de aquello que nos pone en cuestión. Terminado rechazando despectivamente lo que ignoramos. Nos falta ls humildad suficiente para aprender.

    Tiene bemoles que se desconozcamos pasajes del evangelio que nos interpelan y nos obligan a esforzarnos por entender qué nos quería decir Cristo.

    El evangelio de hoy, con la levadura del Cesar y de los fariseos... es uno de esos pasajes de los que se puede sacar mucho jugo.

    Nada como catequizarse D. Javier. Gracias dos mil.

    Pd. No se preocupe por lo que le pudiera faltar a su blog, tiene lo esencial y el Espíritu compensa de largo lo que se pudiera pasar por alto.

    ResponderEliminar
  5. Siempre le he tenido miedo al activismo, y en algunas situaciones me he sentido obligada a servir, cuando hubiese preferido quedarme en silencio en algún retiro ¿Cómo discernir cuando te piden un servicio si viene de Dios o viene del hombre y te acotan "es Cristo quien te llama"?

    ResponderEliminar
  6. Para mí Cristo es el que no me ha abandonado en la desesperación de mis contínuos errores, fallos y pecados sino que ha querido tomarlos como si fueran suyos y pagar El el castigo que a mí me correspondía.
    Esto es lo que hizo hace dos mil años en el Gólgota. Pero su amor es tan impresionante que cada día estaría dispuesto a repetirlo. Y de hecho lo repite cada día en la Misa.
    En la Misa, cada día estrena para mí un amor nuevo, que no recuerda lo de ayer ni anteayer, ni quién fuí ni qué hice.

    El es verdaderamente el Amor que no lleva cuenta del mal, todo lo soporta, todo lo excusa, todo lo espera.

    El es el buen samaritano que ha cargado conmigo, enfermo y herido y ha pagado de su bolsillo, con lo suyo, con su propia vida, para que yo pueda curarme. Cada día me la vuelve a entregar.

    ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

    ResponderEliminar
  7. Oooh Aprendiz!!!. Así es, verdaderamente.

    ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?.
    Alzaré la copa de la bendición e invocaré el nombre del Señor.
    Retorna alma mía a tu reposo porque el Señor fue bueno contigo. Él te ha sacado de la muerte, ha preservado tus pies de la caída.

    ResponderEliminar
  8. Paso a contestar los comentarios (la verdad, qué alegría).

    Desde Sevilla:

    Lo que ha escrito es precioso. Me gustaría aún más, y nos haría bien a todos, si lo hubiera desarrollado más, anunciando más ampliamente el kerygma. ¿Hay algo mejor?

    Capuchino de silos:

    Ojalá fuera así siempre: pero la cercanía de Cristo en un sacerdote es siempre segura en los sacramentos; en el resto dependerá de la santidad personal de cada sacerdote (¡¡Ojalá yo sea siempre y en todo Presencia de Cristo!!).

    NIP:

    Lo de la "viuda pelma" me ha llegado al alma. ¡Qué buen calificativo!
    ¿Cuando habla de comunidad, a cuál se refiere? La imagino viendo su blog, pero la curiosidad me puede. Si lo prefiere, me contesta en privado. Y si no, no conteste, con santa libertad.

    ResponderEliminar
  9. Miserere:

    tiene toda la razón. Para mí la herejía más actual y más peligrosa (al menos en la Iglesia) es el pelagianismo. Es horrible y está sembrando el camino de cadáveres.

    Gracias por sus palabras, de verdad. Quiera Dios que el Espíritu Santo aletee siempre por este blog como por la faz de las aguas.

    El Evangelio de hoy realmente es difícil. He predicado de la lectura de Gen (lo estoy explicando en la Misa diaria) pero en la Misa de la mañana pensé que si me daba tiempo tendría que mirar comentarios de los Padres al evangelio porque me parecía muy enrevesado (al menos a esas horas, que el sol no había salido aún).

    Aprendiz:

    Precioso su comentario. Preciosa la cristología que nos ofrece y nos recuerda a todos. ¿Ve? Nos hace bien que escriba. Cristo lo es todo, amor incondicional del Padre para nuestras vidas.

    ResponderEliminar
  10. María Auxiliadora:

    Un primer y eterno criterio sería: si lo que me ofrecen no me gusta, o me parece una carga, pero hay una paz absoluta en el fondo de mi alma, entonces viene de Dios.

    Si provoca una repugnancia invencible y una guerra sin paz en el alma, es tentación.

    Luego hay que orar y ver en dos momentos:
    a) hacia dónde se inclina mi corazón (Marta o María)

    b) hacia dónde se inclina mi inteligencia (Marta o María)

    c) o pensando en el juicio final, qué me hubiera gustado elegir.

    Estos tres pasos en el discernimiento ignaciano (a grosso modo) buscan la libertad del sujeto, dejando hablar a todo el ser y discerniendo las mociones que sentimos. A veces el corazón se agita pero la inteligencia con la luz de Dios ve mejor. Y lo del juicio final nos ayuda a relativizar todo pensando sólo en Dios.

    Para algo más concreto, o para más explicaciones, aquí estamos.

    Pax. Y mi bendición +

    ResponderEliminar
  11. Padre, mi decisión según el discernimiento expuesto en la contestación a Mª Auxiliadora sería:
    a) María
    b) María
    c) María
    Pero en última instancia, no estuvo en mi mano decidir. Decidió El por mí, así que "¡BENDITA SEA SU VOLUNTAD!".
    Por cierto, le mandé un privado. Gracias por todo.

    ResponderEliminar
  12. Nugua:

    No me ha llegado nada. Revisa la dirección de email

    ResponderEliminar
  13. Le acabo de dejar una correo en la dirección del perfil, a ver si esta vez le llega.

    ResponderEliminar
  14. Nugua:

    Leí tu comentario de anoche en otro post. ¡Hola Nuria!
    Tu email no llegó. Pongo aquí mi dirección, a ver si alguna "r" se te trastocó:

    javierpbro@hotmail.com

    ResponderEliminar