lunes, 17 de enero de 2011

Educar en la oración: la catequesis de adultos

    La catequesis de adultos –como el RICA realiza al entregar el Padrenuestro- supone una iniciación y una práctica de oración, cultivando el trato asiduo con Jesucristo. La catequesis de adultos, como proceso de formación continua y de seguimiento de Cristo, no son sesiones para "comprometernos" ni sigue un esquema de revisión de vida o de "lectura de los signos de los tiempos", sino que tiene su proceso propio. Enseñar a orar es un ingrediente de una correcta y eclesial catequesis de adultos. Ésta tomará en serio las palabras de Juan Pablo II:

"Sí, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas « escuelas de oración », donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el « arrebato del corazón. Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios.
...Se equivoca quien piense que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar su vida. Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino « cristianos con riesgo ». En efecto, correrían el riesgo insidioso de que su fe se debilitara progresivamente, y quizás acabarían por ceder a la seducción de los sucedáneos, acogiendo propuestas religiosas alternativas y transigiendo incluso con formas extravagantes de superstición. Hace falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda programación pastoral" (Carta Novo millennio ineunte, nn. 33-34).
 
“Enseñar a orar” es la cuarta tarea prioritaria de toda catequesis (junto a lo doctrinal, lo litúrgico y lo moral):

       
“La comunión con Jesucristo lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los mimos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria... Cuando la catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida cristiana cobra toda su profundidad. Este clima se hace particularmente necesario cuando los catecúmenos y los catequizandos se enfrentan a los aspectos más exigentes del Evangelio y se sienten débiles, o cuando descubren –maravillados- la acción de Dios en sus vidas” (DGC 85).


Si no se hiciera la tarea de enseñar a orar, correría el peligro la catequesis de convertirse en mera doctrina, cultivando la intelectualidad como si fuesen estudios teológicos. Han de acostumbrarse “a orar a Dios con más facilidad” (RICA 19). Con métodos distintos y complementarios se iba realizando la iniciación a la oración:

a) Catequesis específicas sobre la oración y métodos de oración: cómo recogerse, tiempo y lugar de la oración, la lectura espiritual, la meditación, la lectio divina... enseñando explícitamente a manejar la Biblia, libros, abreviaturas, etc., y llevando a los catequizandos a una lectura espiritual e interpretación de la Biblia con su sensus plenior y entregándoles “El Evangelio de cada día” para su lectura cotidiana y personal.

b) Las formas sencillas y clásicas de oración cristiana que pueden irse olvidando (o que se desconocen: el Ángelus, el Regina Coeli, el Rosario, el Viacrucis, las Letanías al Sagrado Corazón, la invocación al Espíritu Santo...

c) Mensualmente en la parroquia ofrecer la oportunidad de un Retiro parroquial, con una meditación-plática y una hora de adoración al Santísimo expuesto. Los temas de predicación del Retiro deben pensarse en función de ser orados personalmente (temas del año litúrgico, alguna encíclica, la vocación a la santidad...).

d) Durante el curso, una experiencia de oración novedosa será la celebración de cuatro vigilias parroquiales de oración, y no simplemente una celebración eucarística por la noche (¡que eso no es Vigilia de oración en rito romano!): Todos los Santos, Inmaculada, Cuaresma y Pentecostés, en que, en clima de reposo, con el Santísimo expuesto y amplios espacios de silencio meditativo, se realice con canto el Oficio de lecturas. De esta forma se enseña a orar en común, se degustaban los salmos, se aprende a meditar la Palabra y se inicia en la oración ante el Santísimo Sacramento llevando a la contemplación sosegada que debe marcar la oración cristiana.

e) Finalmente, por ejemplo, al estar cercano el final del curso catequético, el quinario al Corazón de Jesús se podría preparar como momento de experiencia común de Oración. Canto de Vísperas, oración de adoración al Santísimo, y Eucaristía solemne con cinco temas de vida cristiana en la homilía.

La catequesis de adultos debe ser iniciación a la oración, al trato personal con Jesucristo tanto en la liturgia -oración eclesial- como en la soledad personal.

p.d. FINAL.

Tal vez sería evidente, pero para educar en la oración, el catequista (sacerdote o seglar) debe ser persona de oración, de trato asiduo e íntimo con Jesucristo: ¡y eso es lo que falla muchas veces! Educar en la oración no es simplemente unas instrucciones o una guía de un método o proceso, ni manejar el volumen de la Liturgia de las Horas: es introducir por unos senderos de interioridad y amor a Cristo que el catequista ya está recorriendo. ¿No habrá falta de oración? ¿No será que carecemos de personas forjadas en la oración para ser verdaderos maestros?

8 comentarios:

  1. Gracias, don Javier, por recordar la importancia de la oración.

    La catequesis de adultos debe ser iniciación a la oración, al trato personal con Jesucristo tanto en la liturgia -oración eclesial- como en la soledad personal.

    Hoy me quedo con la oración en la soledad personal:

    Medita en la orden terminante que Dios da a Elías y, de rebote, a ti: "Parte de aquí, vete hacia el oriente y escóndete junto al torrente de Kerit... Beberás el agua del torrente y yo mandaré cuervos que te den de comer allí" (1 Re 17, 34). Es un imperativo de ruptura absoluta con el mundo, que implica la ignorancia de lo que en él pasa. Huir hacia el Oriente es refugiarse en Jesucristo, cuyo nombre es "Oriente" (Lc 1, 78), que es la hendidura de la roca, la grieta de la peña escarpada donde se 'le invita a la paloma a anidar (Can 2,14). Entonces Dios mismo dará al alma generosa el alimento y la bebida de las gracias selectas de la unión. Muchos más serían los contemplativos sí se contaran más "peregrinos de lo absoluto". De ellos está escrito : "Sacíanse de la abundancia de tu casa y los abrevas en el. torrente de tus delicias; en ti está la fuente de la vida y en tu luz vemos la luz" (Sal 35,9).Dom Esteben Chevevière. EL MONTE CARMELO.
    LOS CAMINOS DE LA ORACIÓN

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  2. Si D. Javier, necesitamos de buenos maestros, pero también de ganas de escucharlos y seguirlos. Disciplina para llevarla a cabo e inteligencia para buscar cómo hacer realidad nuestros proyectos de oración.

    Dios nos ayude y le bendiga :)

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  3. ¡Menudo tema! Me apasiona, pero me veo tan poca cosa y tan pequeñita delante del Señor que solo le pido que haga la oración por mí; y me escucha, esa es la verdad.

    Mil gracias.

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  4. Desde Sevilla, cómo me gusta eso de "refugiarse en Jesucristo", la grieta de la peña escarpada donde se le invita a la paloma a anidar.
    Así es como me gusta ahora ver la oración, como unirse a Cristo en su oración al Padre. Así la Iglesia prolonga la misma oración de Cristo unida a su Cabeza. Por eso considero lo más lógico que escuche a Capuchino cuando le pide que sea El quien ore... (:-)

    (En el blog Hesiquia, que se puede enlazar desde aquí, en la Biblioteca, hay un libro para descargar, del mismo autor citado por Desde Sevilla que es bastante interesante: Las Puertas del Silencio)

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  5. Gracias Javier por compartir tu sabiduría. Rezo por ti.

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  6. Al leer a Desde Sevilla y Aprendiz, recordé un texto de san Bernardo. En las llagas de Cristo nos escondemos, en la hendidura de la peña. O como aquel canto: "Escóndeme en lo oculto de tu tienda..."

    "Agujerearon sus manos y pies, atravesaron su costado con una lanza. Y a través de esas hendiduras puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor.
    Sus designios eran designios de paz y yo lo ignoraba. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en llave que me ha descubierto la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esa hendidura? ... No tenemos otro medio más claro que tus llagas para comprender, Señor, que tú eres bueno y clemente, rico en misericordia. Porque no hay amor más grande que dar la vida por los consagrados y por los condenados.
    Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No puedo ser pobre en méritos si él es rico en misericordia. Y si la misericordia del Señor es grande, muchos serán mis méritos... Estas son las riquezas que reservas para mí en los huecos de la peña” (In Cant., 61,4-5).

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  7. Y postdata:

    Me alegra además el clima tan sano, tan educado (nada agresivo) de todos al comentar. Y empieza a haber diálogo entre los mismos comentaristas, como una catequesis real. Ojalá crezcamos todos en eso.

    Pax.

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  8. Escóndeme en lo oculto de tu tienda,
    sobre tu roca levántame.

    Una cosa he pedido a Yaveh,
    una cosa estoy buscando:
    Habitar en la Casa de Yaveh
    todos los dias de mi vida.
    El me dará cobijo en su cabaña
    el día de desdicha,
    me esconderá en lo oculto de su tienda,
    sobre su roca me levantará.

    (Canto de Kiko A. sobre el salmo 27. Se puede oir en: http://www.camino-neocatecumenal.org/neo/CARISMAS/cantores/Cantos%20mp3/mp3%20es/Escondemeenloocultodetutienda.mp3)

    Las Puertas del Silencio (creo que dom Esteban Chevevière es su autor) http://hesiquia.wordpress.com/biblioteca/

    Bellísimo y consolador texto el de S. Bernardo, para rumiarlo.
    Y como se decía antiguamente en mi pueblo: ¡Buenas noches nos dé Dios!

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