martes, 7 de diciembre de 2010

El lenguaje de la Tradición (Oración de los fieles - V)

Vayamos a la Tradición litúrgica de la Iglesia y encontraremos otro ejemplo de cómo se realiza y cuál es el lenguaje de esta oración de los fieles.

El diácono ha despedido a los catecúmenos después de una bendición del obispo (“Catecúmenos, id en paz”); luego ha despedido a los posesos tras la oración del obispo (“Id, posesos”); también a los que han de ser iluminados-bautizados en la próxima Pascua después de la bendición del obispo (“Id, los que tenéis que ser iluminados”) y por último despide a los penitentes después de una plegaria del obispo (“Salid, penitentes”) (Cf. Constituciones apostólicas, lib. VIII, 6,5-9,11). El lenguaje del diácono es imperativo: “Id, salid”, nunca en plural: “Podemos”, “Nos damos”.

Entonces el diácono va proponiendo diversas intenciones para que los fieles oren a Dios:
  • “Oremos por la paz y la tranquilidad del mundo y de las santas Iglesias: que Dios, creador de todas las cosas, nos conceda su paz, perpetua y estable; que él nos guarde para que perseveremos en la virtud perfecta gracias a la fe.

  • Oremos por la santa Iglesia de Dios, católica y apostólica, extendida de un límite al otro de la tierra: que el Señor la preserve de los remolinos y tempestades y la guarde hasta el fin del mundo, fundamentada sobre la roca.

  • Oremos también por esta santa parroquia: que el Señor del universo nos conceda esforzarnos sin desfallecer para alcanzar su esperanza celestial y para que nos entreguemos a aquella oración perseverante que debemos dirigirle.

  • Oremos por el episcopado de toda la tierra, para que anuncie con fidelidad la doctrina de tu verdad.

  • Oremos por nuestro obispo Santiago y por sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Clemente y sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Evodio y por sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Aniano y por sus parroquias. Que el Dios misericordioso los guarde en sus santas iglesias y les conceda salud, honor, larga vida y una vejez venerable, colmada de piedad y justicia.

  • Oremos también por nuestros presbíteros: que el Señor los preserve de toda acción errónea o mala y les conceda ejercer su ministerio de manera íntegra y honorable.

  • Oremos por todos los que, en Cristo, ejercen el diaconado y le sirven: que el Señor les conceda servir de manera irreprochable.

  • Oremos por los lectores, los cantores, las vírgenes, las viudas, los huérfanos; oremos por los esposos y sus familiares: para que el Señor se muestre misericordioso con todos ellos.

  • Oremos por los que viven en santa continencia. Oremos por los que viven entregados a la castidad y a la piedad.

  • Oremos por los que, en la santa Iglesia, presentan ofrendas y por los que dan limosnas a los pobres. Oremos también por los que entregan oblaciones y primicias ante el Señor nuestro Dios. Que el Dios de toda bondad les conceda, a su vez, sus dones celestiales y les dé el céntuplo en el tiempo presente y en el tiempo futuro les dé la vida eterna, y que a cambio de los bienes temporales les conceda los bienes eternos y a cambio de los bienes terrenales, los bienes celestiales.

  • Oremos por nuestros hermanos neófitos: que el Señor los sostenga y los fortalezca.

  • Oremos por aquellos hermanos nuestros que se encuentran afligidos por la enfermedad: que el Señor los libre de toda dolencia y de toda enfermedad y haga que puedan volver con buena salud a su santa Iglesia.

  • Oremos por aquellos hermanos nuestros que viajan por mar o por tierra. Oremos por aquellos hermanos nuestros condenados a las minas o que están desterrados, o se encuentran en la cárcel o encadenados a causa del nombre del Señor. Oremos por los que sufren una dura esclavitud.

  • Oremos por nuestros enemigos y por los que nos odian. Oremos por los que nos persiguen a causa del nombre del Señor: que el Señor detenga su furor y apacigüe su cólera contra nosotros.

  • Oremos por los que están fuera de la Iglesia o se han extraviado: que el Señor les conceda la conversión.

  • Acordémonos de los miembros de la Iglesia que están en la edad de la niñez: que el Señor les conceda progresar en su temor hasta la perfección y les lleve hasta la plenitud de la edad.

  • Oremos los unos por los otros: que el Señor nos proteja con su gracia y nos guarde hasta el fin, que nos libre del Maligno y de todas las insidias de los que cometen el mal; que nos salve (y nos lleve) al reino celestial.

  • Por todas las almas cristianas” (Const. Apost., lib. VIII, 10,3-22).

Un formulario, inspirado en la llamada Letanía del Papa Gelasio, nos ofrece otro modelo de plegaria anclado en la Tradición de la Iglesia, como ejemplo a seguir:



  • “Por la Iglesia inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el universo: pidamos la plenitud del amor de Dios.

  • Por los sacerdotes consagrados al Señor y por todos los pueblos que adoran al Dios verdadero.

  • Para los que proclaman con fidelidad la Palabra de la salvación, pidamos la sabiduría del Hijo de Dios.

  • Para los que consagran su espíritu y su cuerpo al reino de Dios, pidamos los dones del Espíritu Santo.

  • Por los que gobiernan los pueblos: para que procuren la justicia y el bien.

  • Por los que son víctima de la debilidad humana, del odio y de la envidia, y de los innumerables errores del mundo.

  • Por los ausentes y los encarcelados, por los débiles y oprimidos, por los que justos que sufren persecución.

  • Por los aquí reunidos en la casa de Dios, invoquemos al Señor de la gloria.

  • Por el eterno descanso de los pastores que han guiado a la Iglesia católica y de todos los fieles difuntos.

  • Para que nuestros cuerpos sean santificados y nuestros pecados perdonados”.

Un formulario inspirado en la liturgia ambrosiana puede dejarnos aún más claro tanto el lenguaje (exhortativo, dirigido a la asamblea) como el contenido (intenciones sin añadidos ni comentarios):
  • “Por la santa Iglesia católica, extendida por todo el universo.

  • Por nuestro santo Padre el Papa N., por nuestro Obispo N., por los sacerdotes y demás ministros de Dios.

  • Por la paz y unidad de la Iglesia, por la vocación de los pueblos paganos a la fe.

  • Por el buen tiempo y la abundancia de las cosechas.

  • Por los que sufren, por nuestros hermanos enfermos o encarcelados.

  • Por los que cuidan de los pobres y atribulados.

  • Por todos nuestros difuntos: para que Dios los reciba en su reino de luz y de paz”.

La liturgia de rito hispano-mozárabe no emplea la plegaria universal al modo romano que aquí estamos desgranando, sino que sigue el sistema de los Dípticos, intenciones con nombres junto a oraciones del sacerdote intercaladas, con un formulario invariable, mostrando, además, la unidad de la Iglesia peregrina con la Iglesia celeste y con los difuntos que se purifican.

El Obispo exhorta al pueblo a la oración, cantando: Oremos.

Y aclama solemnemente el coro:

R/ Hagios, Hagios, Hagios, Señor, Dios, Rey eterno. A ti nuestra alabanza, a ti nuestra acción de gracias.

El diácono recita el Díptico por la Iglesia:

Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia santa y católica:
el Señor la haga crecer
en la fe, la esperanza y la caridad.

R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.

Recordemos a los pecadores,
los cautivos, los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad,
los libre, los sane y los conforte.

R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.

El Obispo recita la oración “Alia”.

Prosigue el diácono:

Ofrecen este sacrificio al Señor Dios,
nuestros sacerdotes:
N.,, el Papa de Roma, N., nuestro obispo y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas,
y por la Iglesia universal.

R/ Lo ofrecen por sí mismos y por la Iglesia universal.

Lo ofrecen igualmente todos los presbíteros,
diáconos y clérigos, y los fieles presentes,
en honor de los Santos, por sí mismos y por los suyos.

R/ Lo ofrecen por sí mismos y por la Iglesia universal.

En la memoria de los Santos Apóstoles y Mártires,
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José,
de Zacarías, Juan, los Inocentes, Esteban,
Pedro y Pablo, Juan, Santiago, Andrés,
Acisclo, Torcuato, Fructuoso,
Félix, Vicente, Eulogio, Justo y Pastor,
Justa y Rufina, Eulalia, la otra Eulalia, Leocadia.

R/. Y de todos los Mártires.

En memoria igualmente de los confesores:
Hilario, Atanasio, Martín,
Ambrosio, Agustín, Fulgencio,
Leandro, Isidoro, Braulio,
Eugenio, Ildefonso, Julián.

R/. Y de todos los Confesores.

Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos:
que Dios se digne en su bondad
admitirlos en el coro de los elegidos.

R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.

Y concluye con la oración llamada Post-Nomina, la de después de los Nombres.

Estos son ejemplos de cómo la Tradición litúrgica de la Iglesia dirigía la oración de todos los fieles bautizados en la celebración eucarística. El lenguaje directo a la asamblea porque es una indicación, una monición, un aviso para que los fieles presentes sepan porqué orar; el contenido de la plegaria es correctísimo, sin deslizar información, ni ideas, ni pequeños discursos, sino orando "por" todos aquellos que lo necesitan: Iglesia, mundo-autoridades, los que sufren, los presentes.


12 comentarios:

  1. Es un auténtico despliegue de plegarias precioso.
    Me quedo con la liturgia ambrosiana por ser su día hoy.

    Muchas gracias.

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  2. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
    Señor, escucha mi voz;
    estén tus oídos atentos
    a la voz de mi súplica. Sal 129,1-2.

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  3. Desde Sevilla:

    "Aunque camine por cañadas oscuras,
    nada temo porque Tú vas conmigo:
    tu vara y tu cayado me sosiegan" (Sal 22).

    Con un abrazo fraterno, con todo el afecto que soy capaz.

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  4. Gracias por sus palabras, don Javier.

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  5. Pues ninguna de estas dos maravillas, ni la de las Constitutiones ni la del Rito hispano la veo yo en el Novus Ordo. Lo que hay en éste es un burdo remedo de lo que había, y de lo que ha de haber.

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  6. Tulkas:

    Pues siento que tenga tan malísimas experiencias; yo no las tengo ni consiento que se hagan barbaridades. Me ciño a los libros legítimamente aprobados a tenor del derecho litúrgico de la Iglesia.

    Tenga paz, por favor.

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  7. Toto corde quaero, sed invenire non possum.

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  8. Audi me dicere "non possum" sed non "non invenio".

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  9. De todas formas no se puede olvidar que la Liturgia de Trento, que es la que más espacio temporal ha ocupado en la Iglesia, no tiene oración de los fieles en esta forma, ni falta que le hace.

    Es decir: me parece que haces como los lefevrianos, sólo que al contrario. Ellos dicen que la Tradición es sólo lo que no se parece al Novus Ordo y tú que la Tradición es sólo lo que se parece al Novus Ordo.

    Bueno: pues NO. En el Missale de san Pio V y de Juan XXIII no hay ni vestigio de oración de los fieles con esta forma.

    - Y eso no quiere decir que los fieles no oren.
    - Y eso no quiere decir que los fieles no participen, es más, la realidad es que los fieles participan más con el Usus Antiquior que con el Novus Ordo: con la voz, con la mente, con el cuerpo.

    Dice Scott Hahn: "Entonces comprendí por qué me había dado Dios un cuerpo: para adorarlo en la Liturgia".

    Esa liturgia que hace honor a Dios y al hombre, esa Liturgia SANTA, TEOCÉNTRICA pero también profundamente humana, había sido abolida, demolida, destruída, prohibida.

    Y usted, aunque no se dé cuenta, en su BLOG también la abole, la demuele, la destruye, la prohíbe... porque NUNCA HABLA DE ELLA, Y ELLA TAMBIÉN ES TRADICIÓN.

    Tradición que como el mismo Señor: "el que era, el que es y el que viene: estuve muerto pero ahora vivo para siempre".

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  10. Tulkas:

    Le recuerdo si no alcanza la paz aunque lo intente, que Omnia possunt in eo qui me confortat.

    No venga aquí a incordiar, se lo ruego. Y cuatro siglos, que es lo que dura la liturgia "tridentina", no es la de mayor duración, ni por asomo.

    Yo aquí no estoy destruyendo ni la liturgia ni la tradición, y eso son acusaciones demasiado serias que no le consiento bajo ningún concepto.

    Quaerere Deum! Porque me parece que es a Él a quien está Vd. necesitando muy en serio.

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  11. Omnia possum... jeje, en primera persona del singular.

    No vengo a incordiar.

    Vengo simplemente a manifestar lo que percibo. Y lo que que percibo es una enorme frustración. No es sólo que la Iglesia no sea como yo quiero que sea, pues eso, en el fondo, es lo de menos. El problema es que la Iglesia no es ni siquiera cómo Ella debe ser y puede ser.

    Imaginemos que voy a misa Novus Ordo a cualquier parroquia del centro de Madrid, o Barcelona... lo digo por conocerlo mejor. Yo puedo ser conscientes de estar acudiendo a Missa, pero es una certeza interna que no se correspnde con la realidad de lo que veo y escucho.
    En lugar de la centralidad del Tabernáculo está la sede del párroco, y hemos sustituido a Dios por un hombre. En lugar de un ara sacrificial hay una mesa pascual judía con sus flores, sus adornos. En lugar de generosidad hacia los pobres hay millones de pesetas, millones incontables, gastados en reformar todos y cada uno de los presbiterios de este país.

    ......................................

    Seguir jaleando una determinada forma del Rito cuya praxis está tan enferma... me parece ciertamente ingenuo.

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  12. Aquí le pongo un preclaro ejemplo de lo que algunos en la jerarquía o en la oficialidad de la Iglesia hacen con ella.

    Se trata de todos los errores de que disfrutarán los fieles de habla inglesa con la nueva traducción del Missale Novus Ordo.

    Es interesante, porque esta sensación de engaño, vacío, que no puedo dejar de percibir dentro del sistema Novus Ordo es manifiestamente cierta.
    Si entiende inglés léalo, y si no, se lo traduzco:

    https://wikispooks.com/w/images/4/45/Areas_of_Difficulty.pdf

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