viernes, 10 de septiembre de 2010

La luz (matinal) del Señor


Que esta luz nos traiga
serenidad y a ella nos devuelva puros;
nada digamos falseado,
nada pensemos tenebroso.

Así discurra todo el día;
que no pequen la lengua mentirosa,
ni las manos, ni los lascivos ojos;
que no mancille falta alguna nuestro cuerpo.

Un vigilante Juez existe allá en la altura
que atentamente todo el día
nos mira y nuestros hechos considera
desde la luz primera hasta el ocaso.

Este es el testigo, éste es el árbitro,
éste escudriña cuanto concibe el alma humana,
cualquiera que ello sea;
nadie a este Juez engaña.

Prudencio, Himno de la mañana, vv. 97-112.

3 comentarios:

  1. Gracias por traernos este precioso himno. Enhorabuena por el cambio de "look" de la página. Con el nuevo editor de plantillas , los blogs se vuelven más ligeros y agradables de leer.

    Dios le bendiga :)

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  2. Ricardo Moreno Gómez10 septiembre, 2010 23:31

    Desde Compostela te mando un fuerte abrazo. Tus consejos, muy útiles.

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  3. Me alegro, Miserere, de haber escogido una plantilla que es del agrado de los lectores (asistentes virtuales a esta catequesis).

    Ricardo: Te preferiría conmigo aquí, mañana. No obstante, pide al Apóstol que escuche lo que le dejé encomendado.

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