sábado, 3 de julio de 2010

Un poco de silencio, por favor

El evangelio nos decía que "Jesús regañó" a aquellos hermanos, hijos del Trueno, que querían que bajase fuego del cielo y devorase la aldea de Samaría. Tal cual: regañó. Y a veces esto sigue siendo necesario, regañar, corregir, llamar la atención. Ya sé bien que entonces ya uno deja de ser un buen cura; ya no es agradable. El buen cura, para el gusto de la mayoría, es el que traga carros y carretas, el que se calla. Pero Jesús regañó y a veces hay que regañar, decir una palabra seria con firmeza aunque sin ridiculizar ni señalar a nadie.

Se habla mucho en nuestras iglesias, se habla por los codos, se habla y hay ruido como de gallinas en un corral.  

Las "señoras principales y devotas", que decía el libro de los Hechos, que hacen la colecta, que parecen muy disponibles... esas mismas llegan con tiempo para sentarse a charlar cómodamente en la iglesia y como alguna persona les haga señas de que guarden silencio, se molestan muy dignas ellas.

Quienes más charlan en las iglesias son "los de casa", que llegan al templo y entran con excesiva familiaridad: miembros del equipo de Cáritas, la catequista tan agradable que habla en voz alta y va saludando... y que antes de la Misa aprovecha el tiempo dando recados, realizando gestiones. 

Y el cura que antes era tan bueno, tan agradable, tan buen predicador, cuando "regaña" como Jesús tuvo que hacer con sus discípulos, resulta ya desagradable, arisco, demasiado recto.

Se habla demasiado en nuestras iglesias.

Pero nuestras iglesias son casas de oración y como tal deben cuidar el ambiente de recogimiento, la atmósfera propicia para poder orar personalmente y encontrarse con el Señor.

  • Lo primero que hay que hacer al llegar a una iglesia es ir al Sagrario, hacer la genuflexión (rodilla derecha en tierra) pausadamente, y dirigir una breve plegaria a Cristo presente.
  • Lo segundo, situarse para la celebración, orando antes. Si hay ensayo de cantos participar en él, evidentemente, pero el ensayo debe terminar unos minutos antes de la Misa para provocar el recogimiento.
  • Al acabar la celebración, salir del templo y ya fuera, o en el patio, o en los locales parroquiales, o en la calle, saludar, detenerse a compartir un rato.
  • Si a veces al entrar en la iglesia vemos personas conocidas, una sonrisa agradable, un gesto afectuoso, serán más que suficientes; tiempo habrá después de la Misa de hablar.
Ya desde antes de la celebración misma, es laudable que se guarde silencio en la iglesia, en la sacristía, en el “secretarium” y en los lugares más cercanos para que todos se dispongan devota y debidamente para la acción sagrada (IGMR 45).

Un poco de silencio en las iglesias, por favor. Ojalá no haya que repetirlo.
 

8 comentarios:

  1. Que razón tiene Se nos olvida que el Templo es casa de Dios y lugar de silencio que propicia la oración.

    Sin que con ello quiera disculpar este comportamiento, si puedo señalar algunas causas:

    El sagrario está desplazado, vacío y hasta cuesta saber donde está situado. Muchas personas han olvidado Quien está en el sagrario.

    La Liturgia se entiende como celebración festiva comunitaria, en la que el sacramento pasa desapercibido.

    La comunidad es incapaz de buscar un momento alternativo para verse, saludarse y charlar. Después del "... podeis ir en paz! parece que nos dan la salida a una carrera.

    Tenemos que transformarnos. Dios nos ayude y le bendiga D. Javier :)

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  2. disiento en algo:

    el lugar propio del Sagrario es una capilla, visible, fácilmente localizable, pero que permita una mayor intimidad que en la nave del templo. Pero incluso cuando está en el presbiterio, visible desde todos los puntos, es ignorado. A mí me duele la boca de predicarlo...

    Y la costumbre de la maratón a ver quién sale antes, es igualmente terrible. Con lo fácil que es rezar un poquito, salirse, estar en la puerta un rato saludando y charlando, creando lazos con aquellos que se conoce...

    ¡Ay, Señor!

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  3. Padre no sé si entiendo lo que quiere decir con este último comentario. El hecho de que haya una capilla sacramental que nos sirva para una mayor intimidad con el Señor y una mejor oración, no quiere decir que no deba haber otro sagrario detrás del altar, en el centro del presbiterio.

    Ese es el sitio que le corresponde al Dueño de esa casa, lugar propio del Dios Altísimo que es el centro de la Religión y de toda acción litúrgica.

    Es penoso ver que en algunos templos se ha quitado el sagrario de ese lugar y se ha puesto ahí la sede. En otras palabras, han puesto al hombre en el lugar de Dios.

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  4. Anónimo:

    A ver si no confundimos las cosas. Sé perfectamente que ahora hay una nueva "moda" de pensar que toda iglesia está en función del Sagrario y se olvida toda una tradición del lugar de la reserva eucarística como lugar más privado y solitario, no en el presbiterio.

    Su solución de que eso no impide que haya otro sagrario en el presbiterio contraviene lo dispuesto por el Código de Derecho Canónico que además habla de una parte noble:

    "938 § 1. Habitualmente, la santísima Eucaristía estará reservada en un solo sagrario de la iglesia u oratorio.

    § 2. El sagrario en el que se reserva la santísima Eucaristía ha de estar colocado en una parte de la iglesia u oratorio verdaderamente noble, destacada convenientemente adornada, y apropiada para la oración".

    Segundo punto. Lo tradicional -basta ver el plano basilical, los mosaicos, etc- es que la sede esté en el ábside por la sencilla razón de que la sede es el Lugar de Cristo Maestro y Orante, en ningún caso es sustituir a Dios por el hombre. Esto es desconocer el valor litúrgico y espiritual de la propia sede (adornada con velos, según san Agustín).

    En cuanto a la historia del Sagrario, de la Reserva y su lugar, me remito a los comentarios en otro post:

    http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/2010/01/pastoral-eucaristica-con-ninos-y.html#comments

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  5. Pedro Arroyo Gómez04 julio, 2010 21:03

    Las aportaciones del blog en esta cuestión del Sagrario, son esclarecedoras.
    Las informaciones, al respecto, que nos dice D. Javier, nos hacen conocer mejor y amar el verdadero significado de de los signos de la Iglesia Católica.
    Un saludo a todos.

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  6. Lo que espero, querido Pedro, es que no se quede sólo en palabras, sino que, como toda catequesis de adultos, ilumine la inteligencia y modifique la conducta, de tal forma que la vida vaya cambiando.

    En este caso, aumentar el amor al Sagrario, visitarlo, orar ante Él, realizar el gesto noble y sencillo de la genuflexión (rodilla derecha en tierra, pausadamente), cuidado de la capilla del Sagrario (siempre algunas flores; siempre me ha gustado una o dos rosas junto al Señor).

    No basta con saber muchas cosas, sino saborearlas internamente y vivir de acuerdo con ellas. No vaya a ser (entiéndeme Pedro) que seamos charlatanes de feria, encantadores de serpientes con nuestras palabras... y la vida vaya por otro lado.

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  7. Necesitamos el silencio antes de la misa, y al terminar esta . Nunca está de más recordarlo . No solo se habla , se saludan , se llaman ( de una punta a otra ) por que se han guardado sitio , suenan móviles , abanicos etc y no solo es que no puedas empezar la misa con recogimiento, es que la empiezas rabiando . Si por recordarlo el cura es considerado arisco etc , que no le quepa duda que muchos lo agradecemos en el alma

    Maria M.

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  8. María M.:

    Descuide que lo hago, lo hago una y otra vez... A veces he conseguido que se acostumbren a guardar silencio, pero a un alto precio: vienen a la sacristía a amonestarme porque "he reñido", o, simplemente se callan en la iglesia pero van diciendo que eso son "manías" de don Javier, sin llegar a comprender el valor del silencio y recogimiento.

    Lo dicho: para unos son un conservador peligrosísimo y para otros un modernista-liberal... ¡Qué cosas, Dios mío, qué cosas hay que oír!

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