viernes, 2 de julio de 2010

Conceptos claros: secularización y secularismo (I)


La claridad y la precisión de los conceptos es fundamental porque nos sirven para orientarnos, saber dar respuestas a los retos y evitar caer en la ingenuidad de un optimismo superficial. A veces, al desconocer qué terreno pisamos, los mejores proyectos apostólicos devienen estériles, la acción pastoral infecunda. Se han edificado nuevos muros que encierran el catolicismo imposibilitándole ninguna obra, ahogando su voz, y desde dentro de esos muros algunos han pretendido para ser aceptados fuera, que el catolicismo se reinventase, fuese una creación ex novo, cercana a los ideales, valores, sensibilidad de ese mundo que había ya edificado los muros segregadores.

Por tanto nos encontramos con dos problemas, uno externo y otro interno, problemas que son fruto de la mentalidad de una época y de unas generaciones “educadas” así. Estamos inmersos en un proceso cultural que ha debilitado la vitalidad misma del catolicismo.


Pablo VI (siempre incomprendido, con clarividencia y lucidez expositiva) analizaba estos fenómenos en un discurso que nos pueden ayudar ahora a comprender lo que vivimos, tanto cultural como eclesialmente.


“Hoy va a retener nuestra atención una realidad del mundo moderno, muy compleja y apreciada diversamente: el fenómeno de la secularización en su relación con el ateísmo.

El proceso de secularización, que afecta a nuestras sociedades de manera radical, puede parecer irreversible. No es puramente el hecho de que se sustraen al poder o control de la jerarquía de la Iglesia instituciones, bienes, personas. ¿Qué hay, en efecto, más normal, si se piensa en las tareas humanas de suplencia que ha tenido que ejercer la Iglesia en el pasado?


Pero el fenómeno, lo sabéis, va mucho más lejos en los planos cultural y sociológico. No solamente las ciencias –comprendidas las ciencias humanas-, las artes, sino también la historia, la filosofía y la moral tienen tendencia a tomar como fuente única de referencia al hombre, su razón, su libertad, sus intereses terrenos, más acá de una perspectiva religiosa, que no es compartida ya por todos.


Y la sociedad misma, deseando permanecer neutral frente al pluralismo ideológico, se organiza independientemente de toda religión, relegando lo sagrado a la subjetividad de las conciencias individuales” (Discurso al Secretariado para los no-creyentes, 18-marzo-1971).


Esa descripción se ajusta tal cual a lo que vivimos y padecemos. La secularización de la sociedad se rige por una razón que no ve más allá de sí misma, cerrando el horizonte a la trascendencia y quedándose con lo inmediato. Es una razón que ha abdicado de sus posibilidades más elevadas. La Verdad es negada por el concepto relativista de la “opinión”, la “pluralidad”. El hecho religioso mismo pierde su valor y su referencia pues es relegado a la “subjetividad de las conciencias individuales”, a la esfera íntima, privada y personal siempre que no entre en confrontación con lo cultural y políticamente admitido. En todo caso, y casi como una concesión, lo religioso es un producto cultural, tradiciones arraigadas, procesiones y fiestas de primavera, que se preservan por la fuerza de la costumbre e incluso del turismo, desgajadas de su verdad y su significado. La voz de la Iglesia o la voz de los católicos (rectamente formados) es ignorada en los foros sociales, culturales, políticos, como una voz de tiempos pasados, sin valor real en sus proposiciones.

1 comentario:

  1. Independientemente del fenómeno de inculturación al que todos, en mayor o menor medida, estamos sometidos, la vivencia auténtica de la Fe sólo puede llevarnos a poner a Cristo en medio de TODAS las cosas. Si los "católicos" fuésemos consecuentes, y ésta fuese una realidad patente en nuestras vidas, seguramente estaríamos hablando de otra cosa.

    Hay que entenderlo de una vez por todas: no se trata de "mezclar", sino de "ordenar", de poner lo primero en primer lugar. Si en Dios tienen todas las cosas su ser, sólo "desde Dios" es posible acercarse a la realidad por el camino adecuado. Y esto vale para todo: ciencia, política, arte ...

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