miércoles, 2 de junio de 2010

Orar los salmos, saber interpretarlos, sentirlos eclesialmente

"106. Quien recita los salmos abre su corazón a los sentimientos que éstos inspiran según el género literario de cada uno, ya sea de lamentación, confianza, acción de gracias u otros que acertadamente señalan los exegetas.


107. Adhiriéndose al sentido literal, el que recita los salmos fija su atención en la importancia del texto para la vida del creyente. En efecto, consta que cada uno de los salmos fue compuesto en circunstancias peculiares, como nos lo indican los títulos que los preceden en el salterio hebreo. Pero sea lo que fuere de su origen histórico, cada salmo tiene un sentido literal que incluso en nuestros tiempos no podemos desatender. Pues aunque tales cánticos traigan su origen de los pueblos orientales de hace bastantes siglos, expresan, sin embargo, de un modo adecuado el dolor y la esperanza, la miseria y la confianza de los hombres de todas las edades y regiones, cantando sobre todo la fe Dios, la revelación y la redención.
 


108. Quien recita los salmos en la Liturgia de las Horas no lo hace tanto en nombre Propio como en nombre de todo el Cuerpo de Cristo, e incluso en nombre de la persona del mismo Cristo. Teniendo esto presente se desvanecen las dificultades que surgen cuando alguien, al recitar el salmo advierte tal vez que los sentimientos de su corazón difieren de los expresados en el mismo, así, por ejemplo, si el que está triste y afligido se encuentra con un salmo de júbilo o, por el contrario, sí sintiéndose alegre se encuentra con un salmo de lamentación. Esto se evita fácilmente cuando se trata simplemente de la oración privada en la que se da la posibilidad de elegir el salmo más adaptado al propio estado de ánimo. Pero en el Oficio divino se recorre toda la cadena de los salmos, no a título privado, sino en nombre de la Iglesia, incluso cuando alguien hubiere de recitar las Horas individualmente. Pero quien recitare los salmos en nombre de la Iglesia, siempre puede encontrar un motivo de alegría y tristeza, porque también aquí tiene su aplicación aquel dicho del Apóstol: "Alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran" (Rom 12, 1) y así la fragilidad humana, indispuesta por el amor propio, se sana por la caridad, que hace que concuerden el corazón y la voz del que recita el salmo.


109. Quien recita los salmos en nombre de la Iglesia debe dirigir su atención al sentido pleno de los salmos, en especial al sentido mesiánico que movió a la Iglesia a servirse del Salterio. El sentido mesiánico se manifestó plenamente en el Nuevo Testamento, y el mismo Cristo Señor lo puso de manifiesto al hablar a los Apóstoles: "es necesario que se cumplan todas las cosas que fueron escritas de Mí en la ley de Moisés, los profetas y los salmos" (Luc 24, 44). Es un ejemplo conocidísimo el diálogo que nos refiere San Mateo acerca del Mesías, Hijo de David y Señor suyo, en el que el salmo 109 es aplicado al Mesías. Siguiendo esta senda, los Santos Padres aceptaron y comentaron todo el salterio a modo de profecía acerca de Cristo y su Iglesia; por el mismo motivo fueron elegidos los salmos para su uso en la sagrada Liturgia. Aunque a veces eran aceptadas algunas interpretaciones artificiosas, sin embargo, por lo general, tanto los Padres como la Liturgia procedieron rectamente al oír en los salmos a Cristo que clama al Padre o el Padre que habla a su hijo, reconociendo incluso la voz de la Iglesia, de los Apóstoles o de los mártires. Este método interpretativo siguió floreciendo en la Edad Media: en muchos códices del salterio, escritos durante este período, se les proponía a los que recitaban los salmos el sentido cristológico de los mismos, expresando en los títulos que precedían a cada uno de los salmos. La interpretación cristológica no se limita en modo alguno a aquellos salmos que son considerados como mesiánicos, sino que se extiende a muchos otros, en los que sin duda se dan meras apropiaciones, pero refrendadas por la tradición de la Iglesia. Sobre todo en la salmodia de los días festivos, los salmos fueron elegidos con cierto criterio cristológico, para cuya ilustración se proponen generalmente antífonas sacadas de los mismos salmos”.

IGLH, 106-109.

3 comentarios:

  1. Gracias por este post tan instructivo.
    A mí me gusta ver la oración liturgica de la Iglesia como una prolongación de la oración del mismo Cristo y eso me alegra pues creo que, de alguna manera, el Padre siempre la escucha.
    ¿Podría indicar el nombre de alguno de esos Comentarios de los Salmos de los Padres de la Iglesia que cita? A ser posible que esté publicado en internet.

    ResponderEliminar
  2. Aprendiz:

    De memoria recuerdo que en Internet estaba una carta de san Atanasio sobre los salmos, no recuerdo si en multimedios.org o en mercaba.org. Me inclino a pensar que en la primera web.

    En libro -no sé en Internet- están las Enarrationes de San Agustín (en la BAC) y los Comentarios a los Salmos de San Juan Crisóstomo (en Ciudad nueva). Así como fragmentos de comentarios a los salmos de san Hilario de Poitiers en antologías patrísticas. Súmesen además las Homilías sobre los salmos de san Jerónimo en su volumen correspondiente de las obras completas (en la BAC).

    Como manual de referencia para interpretar la tipología del Antiguo Testamento es magnífico el "Tratado de los misterios" de san Hilario.

    A lo que hay que añadir las múltiples alusiones a los salmos y su interpretación en las homilías de los Padres. Acostumbrándose a leer estas homilías se capta la forma que tienen los Padres de interpretar los salmos y ver la importancia que tenían éstos para la liturgia y la predicación.

    Le hablo de memoria: puede que algún comentario se me escape.

    ResponderEliminar
  3. Buenos comentarios,me ayudaron a comprender mejor el motivo de los Salmos, recientemente estoy apoyando en la liturgia y me gustaria que al recitar los salmos en verdad pueda transmitir lo que quieren expresar. Gracias Dios los Bendiga

    ResponderEliminar