miércoles, 3 de marzo de 2010

Viacrucis: La Verónica limpia el rostro de Jesús (VI)

6ª Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús

Una mujer se atreve a lo que nadie se arriesgaba; sale de la fila, se expone a las burlas o a los empujones de los soldados, y movida por la compasión y la misericordia, como sólo una mujer sabe hacerlo, le limpia el rostro al Salvador. La piadosa tradición cuenta que ese divino rostro quedó sobreimpresionado en el paño de la mujer. Es el único gesto valiente y decidido, con una recompensa impen
sable: tener grabado su rostro.

“Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro”. Toda la tradición espiritual de la Iglesia insiste en la necesidad de buscar el rostro de Jesús para adquirir la semejanza con Él. La Verónica deviene hoy para nosotros en un icono, en una imagen del verdadero creyente y orante al tiempo que un estímulo para nosotros.

Las cosas son más sencillas de lo que parecen y el catolicismo no es tan co
mplicado. Todo se reduce a un encuentro de verdad, profundo, con el Misterio, con el rostro de Jesús, donde cada uno se encuentra fascinado por Cristo, se siente amado como nunca antes lo había sido; acogido como nadie lo había acogido; escucha palabras de boca de Cristo que responden a su inteligencia y a los deseos más profundos, nobles y puros y se siente feliz con Cristo. Es la gracia del encuentro con el Señor que suscita en el corazón el estupor y la fascinación. Después de ese encuentro todo encaja: la liturgia, la vida moral, la oración, que será santificarse con Cristo, vivir santamente como Cristo, tratar con Cristo. Y todo nace, surge con vigor, de la gracia del encuentro; en palabras de Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1).

Se multiplican actividades, proyectos, reuniones, programas, actos culturales... y pasa a veces a un segundo lugar lo que debería ser siempre lo primero: contemplar el Rostro de Jesús, estar ante Él muchas veces, no vaya a ser que hagamos muchas cosas por Jesús y en su nombre pero apenas estemos con Él y se vaya vaciando o secularizando nuestro espíritu cristiano y enfriando la amistad personal con Jesús. “El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil de ‘hacer por hacer’. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando ‘ser’ antes que ‘hacer’” (Juan Pablo II, NMI,15).


No hay tarea más importante ni cometido más urgente que la experiencia personal y eclesial de contemplar el rostro de Cristo en silencio y amor, cada día, en la oración personal, en la adoración eucarística, en la misa diaria, en la lectura del Evangelio. Con la fuerza que le caracterizaba Juan Pablo II explicaba que “a la contemplación plena del rostro del Señor no llegamos sólo con nuestras fuerzas, sino dejándonos guiar por la gracia. Sólo la experiencia del silencio y de la oración ofrecen el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico, fiel y coherente de aquel misterio” (NMI, 20). Hoy el cristianismo deberá distinguirse por el arte de la oración y cada católico de verdad asumir su compromiso de una vida de oración diaria, de unas normas de vida, para contemplar el rostro de Cristo y que este rostro se imprima en el alma. ¿Católico sin vida diaria de oración personal? ¡No hay católico!


¡Santa mujer Verónica!, que tu ejemplo nos convierta en orantes para que en nuestras almas se grabe el rostro de Cristo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el comentario

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  2. Creo que santa Verónica como muchos otros grandes persona que defienden a Jesús,santa Verónica nos da prueba de valentía, de amor, de compasión y de servicio, entre otras cualidades que uno podría mencionar, santa Verónica para mi es prueba de delicadeza y de amor algo que en estos tiempos hemos olvidado y creo que es hora de volver a retomar ese camino que tanto nos cuesta, es ir contra corriente y empezar a trabajar para dar a conocer el mensaje de Dios y es que el vive.

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