domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos: Entra el Salvador


¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Es el grito de alabanza,

de júbilo,
de liberación,

de un pueblo oprimido por muchas esclavitudes
que por sí mismo no podía librarse,
pero que encuentra en Cristo
a su Redentor,

a su Salvador,

a su Justificador.


¡Ya llega!

¡He aquí al Esperado por los siglos!
¡Hosanna al Hijo de David!



¡Cuántos ojos no se llenarían de alegría!

¡Cuántos ojos no se emocionarían!

¡Qué fuerte no saldría aquel grito de júbilo y bienvenida!
¡Cómo latirían apresuradamente los corazones!

Pero... ¡¡si llevaban siglos esperando!!
¿Cómo no recibirlo y aclamarlo y acogerlo?


Cristo se deja hacer –toda su Pasión es un dejarse hacer voluntariamente-.

Entra, humilde.
Su Reino no es de este mundo.

Su protocolo no es el de los grandes y poderosos.
Su cortejo no es la nobleza.

Son los sencillos, los pobres, los ignorantes según el mundo:
¡qué cortejo tan diferente! ¿Esperábamos algo distinto?

El que entra hoy es aquél que cumple lo que María, la Señora, cantó:
“Dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes...”

Palmas, olivos, cantos, mantos que hacen las veces de alfombras,

multitudes que se apiñan en torno al pobre carpintero de Nazaret.
El mundo comienza a estar al revés.

Jesús, al que todos conocían como el hijo de José el carpintero,

va a terminar su último trabajo.

Va a trabajar su última madera, bonita, hermosa, que la va a labrar artísticamente.
Es su última y divina obra de carpintería:
va a tallar el árbol de la Cruz.
Va a trabajar la madera bendita de la Cruz,
y su trabajo lo va a mostrar,
barnizado por su Sangre preciosa, a todos los hombres:
¡éste es el trono del Rey!
¡Ésta es la obra de Dios!

¡Esta cruz, puerta estrecha, es el umbral del cielo!
¡Esta madera es la escala de Jacob!


El Carpintero ha terminado su obra.
Los oprimidos, los sencillos, los cobardes de corazón,
los atribulados y abatidos, los ciegos y cojos, los hambrientos y sedientos de justicia, los que buscaban al Señor para que viviera su corazón, han encontrado al que buscaban.

¡Hosanna al Hijo de David!

¿Lo hemos encontrado nosotros?

¿Tomamos partido por Cristo?

¿Le seguimos?

Pues vayamos a Él.
Gritemos y cantemos también nosotros:
“Bendito el que viene en nombre del Señor”.

Y en ese taller llamado Calvario, estemos bien cerca, atentos y en silencio,
porque la Pasión de Cristo es nuestra,

y hoy comienza esa Pasión que es nuestra salvación,

que te toca,
que me implica, que nos empuja a decidirnos y responder.

¿Lo hacemos ya, aquí y ahora?


¡¡Hosanna al Hijo de David!!

¡¡Bendito el que viene en nombre del Señor!!

Con palmas y ramos de olivos,

con nuestras almas rendidas a tus pies como alfombras,

te recibimos, te acogemos, te queremos:

¡¡Hosanna al Hijo de David!!
¡¡Bendito tú que nos traes ya la salvación de Dios!!

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