sábado, 23 de enero de 2010

Cortar los abusos en la liturgia

Desde hace años la secularización ha tomado un rostro visible en la celebración de la liturgia. En la liturgia, cada cual hace lo que quiere, se inventan cosas, se modifican textos de la liturgia, los cantos (de ínfima calidad musical) son ritmos de fiesta y distracción y además la letra no refleja la fe de la Iglesia sino sentimentalismos, siempre con la excusa de la "pastoral" que parece justificar cualquier cosa. Se ha desacralizado, ya no parece en tantos sitios que sea lugar de encuentro con Dios.

Pablo VI, ¡qué gran Papa, qué desconocido, qué rechazado!, lo avisó y lo denunció públicamente, pero no fue escuchado. Recordar sus palabras nos puede orientar para corregir la forma de celebrar la liturgia tan mundana y vivirla con espíritu religioso, obsequioso, de amor y adoración a Dios.

“Dolor y preocupación son los episodios de indisciplina que se difunden en las diversas regiones con motivo de las celebraciones comunitarias... con grave perturbación para los buenos fieles y con inadmisibles motivaciones, peligrosas para la paz y el orden de la misma Iglesia...

Nos urge más expresar nuestra confianza en que el episcopado sabrá vigilar estos episodios y tutelar la armonía propia del culto católico en el campo litúrgico y religioso, objeto en este momento posconciliar de los más asiduos y delicados cuidados; también extendemos nuestra exhortación a las familias religiosas, de las cuales la Iglesia espera hoy como nunca una contribución de fidelidad y ejemplo; y luego la dirigimos al clero y a todos los fieles para que no se dejen embaucar por la veleidad de caprichosas experiencias, sino que sobre todo traten de dar perfección y plenitud a los ritos prescritos por la Iglesia...

Pero mayor aflicción nos proporciona la difusión de una tendencia a desacralizar, como se osa decir, la liturgia (si es que todavía merece este nombre) y con ella, fatalmente, al cristianismo. La nueva mentalidad, cuyas turbias fuentes no sería difícil descubrir, pretendida base de esta demolición del auténtico culto católico, implica tales revoluciones doctrinales, disciplinares y pastorales que no dudamos en considerarla aberrante, y lo decimos con pena, no sólo por el espíritu anticanónico y radical que gratuitamente profesa, sino más bien por la desintegración religiosa que fatalmente lleva consigo...

La plegaria auténtica de la Iglesia vuelve a florecer en nuestras comunidades populares; y esto es lo más y bello y lo más prometedor que ofrece a la mirada de cualquiera que ame a Cristo nuestro tiempo, tan enigmático, tan inquieto y tan lleno de terrena vitalidad”.

Pablo VI, Alocución al Consilium
ad exsequendam constitutionem de sacra liturgia, 19-abril-1967.

1 comentario:

  1. Don Javier, el cardenal Virgilio Noe, que fue secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en unas reciente entrevista en Petrus señala que cuando el Papa pronunció la célebre alocución en la que hablaba del humo de Satanás se refería a todos los sacerdotes, obispos y cardenales que no adoraban correctamente a Dios al celebrar mal la santa misa, debido a una interpretación equivocada del Concilio. El Papa sostenía que aquellos sacerdotes que convirtieran la misa en basura en nombre de la creatividad estaban poseidos de espíritu de vanagloria y orgullo del maligno y que el humo de Satanás no era otra cosa que la mentalidad que quería distorsionar los cánones litúrgicos de la ceremonia eucarística.

    Como ve no hay que acudir ni siquiera a Romano Amerio, sino que incluso el propio Papa y sus más cercanos colaboradores estaban convencidos de lo mismo.

    Juvenal

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