miércoles, 30 de septiembre de 2009

San Jerónimo: la lectio divina, el amor por la Palabra

Hombre de la Palabra de Dios, hombre de la escucha de la Palabra: esto determinó la vida de san Jerónimo a quien recuerda hoy la Iglesia. Su existencia la consagró a las Escrituras.

Nació en Dalmacia (región situada entre Hungría y Croacia) en 347 de familia cristiana; en su juventud es enviado por sus padres a Roma a proseguir su formación, y allí se apasiona con la lectura de los clásicos latinos (Virgilio, Horacio, Quintiliano, Séneca...). En los años de Roma llevó una vida algo disipada que siempre le produjo pesar en su conciencia; en Roma recibe el Bautismo. Luego su periplo existencial atraca en diversos puertos: primero Tréveris, vuelve a su tierra, se marcha a Aquileya creando un eremitorio con sus amigos, va a Antioquía de Siria y recibe clases de Escritura, se retira a un desierto cercano y estudia hebreo, vuelve a Antioquía en 377, es ordenado presbítero y de nuevo a Roma. Aquí lo conocerá san Dámaso, Papa de origen español, que lo hará su secretario pero además le encomendará la gran tarea de una traducción latina de las Escrituras, que se hacía imprescindible, por la variedad de traducciones de los distintos códices. Esta traducción de san Jerónimo de gran parte de la Biblia será la “Vulgata”, tarea gigantesca que convierte a Jerónimo en un clásico. Tras la muerte de san Dámaso, Jerónimo abandona Roma para instalarse en Belén, en una vida ascética, dirigiendo el monacato femenino por él iniciado, entregado a los estudios bíblicos y a proseguir con la traducción latina. Murió en el Señor el 30 de septiembre de 420.

San Jerónimo es un exponente vital de un principio teológico que dice “la gracia no suple la naturaleza, sino que la perfecciona”, es decir, Dios obra en nuestra naturaleza pero no la cambia, la eleva, cada cual es el que es, posee una forma de ser y un carácter que la santidad no modifica sino que eleva. ¿Por qué esta afirmación? San Jerónimo posee un carácter rudo, áspero, demasiado fuerte, que lo lleva a tener conflictos con todos por sus salidas fuera de tono, su correspondencia casi insultante. En la primera experiencia de eremitorio, su carácter hizo imposible la convivencia y se disolvió. Su íntimo amigo Rufino de Aquileya, que trabajó con él y lo acompañó durante años, se tuvo que distanciar y acabaron enfrentados; algo semejante le ocurre con san Agustín mediante las epístolas que intercambian, siendo san Agustín el que prefiere suavizar y contemporizar ante las violentas respuestas que Jerónimo le envía...


Pues sí, se puede ser santo con un carácter tan difícil. La gracia eleva el corazón, pero cada uno conserva el temperamento natural que recibió y el carácter que se forjó. No todos los santos son dulces en sus formas, ni comedidos en sus palabras, ni con una sonrisa permanente en sus labios; también los hay duros, fuertes, secos, ásperos, bruscos: ¡pero es que amaron a Jesucristo con pasión!, y en eso consiste la santidad.

Una segunda lectura teológica de san Jerónimo, que se deduce con evidencia: la vida cristiana es una vida marcada por las Escrituras. Para san Jerónimo, la lectura de la Biblia, en la oración personal, en la lectio divina y en la liturgia, no es un recuerdo de algo pasado o un relato histórico, sino la voz misma de Jesucristo que hay que recibir y a la que hay que responder con la vida. La Palabra de Dios necesita nuestro conocimiento, nuestro estudio, nuestra preparación, para luego ser pronunciada, poderla recibir y hallar el sentido espiritual de las Escrituras como una provocación de Jesucristo en la propia existencia. “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”, escribió san Jerónimo (Pról. Com. Isaías, 1) y lo recordó la Constitución Dei Verbum: “aprendan "el sublime conocimiento de Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. "Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo". Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros medios... Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque "a Él hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas”” (DV 25).

¿Qué hacer pues?
-Conocer la Palabra de Dios

-Prestar atención y abrir el espíritu a las lecturas que se proclaman en la liturgia porque es el mismo Cristo quien habla (y quien escucha amorosamente la Palabra está ya participando...) -Meditar diariamente la Palabra de Dios y confrontarla con la propia existencia
-Dedicar un rato semanal a la lectio divina (un texto que se lee, se medita estudiando, se ora y se contempla en silencio).

Con razón las oraciones de la Misa de san Jerónimo suplican: “Tú que concediste a san Jerónimo una estima tierna y viva por la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la verdadera vida” y también suplicamos que “mueva el corazón de tus fieles para que, atentos a la divina palabra, conozcan el camino que deben seguir y, siguiéndolo, lleguen a la vida eterna”.

7 comentarios:

  1. Compruebo en el contador web que el blog ha alcanzado las cinco mil visitas. Creo que es un buen número para el poco tiempo que lleva publicándose. Y un grato motivo para felicitar a su autor y, con él, a cuantos lo seguimos habitualmente. ¡Enhorabuena!

    FIL

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  2. No suelo enviar comentarios sobre lo que cada día edita en el blog, a diario siento la necesidad de abrirlo , consultarlo, releer algunos puntos. Gracias!!!! Don Javier por en bien estoy recibiendo.

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  3. Gracias por la felicitación. Mi trabajo me cuesta y mis horas para sacar el blog adelante. Pero, para mí, ha tomado forma de un apostolado más, importante, de formación y catequesis de adultos.

    Os ruego que le deis difusión. Este blog ha nacido solito, no está enlazado en páginas importantes de gran difusión, sino que navega como una pequeña barquita en el mar digital. Por eso, os ruego difusión.

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  4. Qué ánimo da para seguir adelante el saber que la santidad siempre es posible,a pesar de que nuestro carácter y nuestra forma de ser no sean perfectos.
    Ojalá que Dios nos conceda un amor por las Sagradas Escrituras como a San Jerónimo, para que con su lectura y vivencia logremos alcanzar algún día la corona de nuestra santidad.
    MMSS

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  5. NO ENTIENDO MUY BIEN ESTA CLASE DE SANTIDAD,AUNQUE EN REALIDAD ME ANIMA A PENSAR QUE AUN CON NUESTRAS FALTAS Y MAL CARACTER PODEMOS LOGRAR LA SANTIDAD.
    AUN ASI PIENSO QUE EL SEÑOR DIJO QUE LO QUE HICIERAMOS CON UNO DE NUESTROS HERMANOS ,CON EL LO HACIAMOS Y QUE AMARAMOS A NUESTRO PROJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS. AQUI ES DONDE NO ENTIENDO MUY BIEN QUE UNA PERSONA COMO SAN JERONIMO GANARA LA SANTIDAD SIENDO UN HOMBRE TAN HOSTIL QUE NADIE AGUANTABA A SU LADO.SOLAMENTE ES ALGO QUE NO ENTIENDO, PARECE QUE ES COMO AQUELLO QUE DICE A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO.FELICIDADES POR SU TRABAJO DON JAVIER

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  6. Pues no lo veo tan difícil.
    Hay santidad en los diversos estados cristianos:
    sacerdotes santos,
    religiosos santos,
    monjes santos,
    vírgenes santas,
    obispos santos,
    matrimonios santos,
    seglares santos,
    catequistas santos...

    Y también hay santos de diferente temperamento y carácter:
    santos extrovertidos, santos introvertidos;
    santos simpáticos, santos serios;
    santos agradables, santos solitarios;
    santos maduros humanamente, santos con problemas psíquicos;
    santos equilibrados, santos depresivos;
    santos muy afectivos, santos despegados;
    santos silenciosos, santos charlatanes;
    santos bromistas, santos secos;
    santos afables, santos ásperos de trato;
    santos con buen humor, santos incapaces de salirse de su esquema;
    santos muy lanzados, santos tímidos...

    ¡Pero todos llamados a la santidad! Eso es lo hermoso. Aquí no se trata tanto de la virtud, sino del dominio de uno mismo y corresponder a la Gracia con el carácter de cada uno y la propia psicología. ¿Capítulo fascinante, no?

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  7. Pedro Arroyo Gómez04 octubre, 2009 11:45

    Me ha sorprendido este comentario.

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