viernes, 25 de septiembre de 2009

Actos del penitente: Propósito de enmienda


Propósito de enmienda. Es este otro acto del penitente, algo que el penitente ofrece en el Sacramento a Dios.
Consiste en una determinada deliberación, en un deseo firme, en un propósito cierto de poner todos los medios para no caer en el pecado y evitar las ocasiones.
A veces queremos ser santos, y tenemos deseos sinceros de ellos, pero apenas se ponen los medios para vivir en santidad, o los medios son desproporcionados, demasiado pequeños para alcanzar el objetivo.
Con el pecado ocurre lo mismo: si queremos vencer tal caída, superar tal otra debilidad, los medios han de ser firmes y proporcionados para alcanzar lo que deseamos. Con la gracia de Dios, se puede.

El propósito de enmienda viene a significar que sinceramente se aborrece el pecado, se detesta y se quiere evitar por todos los medios caer en el pecado. A veces el propósito de enmienda será romper con determinadas situaciones de pecado o de desorden en que se vive, y que requiere una voluntad clara de hacerlo de una vez para siempre.

El arrepentimiento es hondo. Se quiere cambiar de vida y vivir la vida de gracia, vivir como hijos. Es algo más que un sentimiento, es un acto de transformación de la propia vida, es la decisión de ser fiel a la Verdad y proseguir más de cerca en el seguimiento de Cristo. “El arrepentimiento, al igual que la conversión, lejos de ser un sentimiento superficial, es un verdadero cambio radical del alma” (Juan Pablo II, Reconciliatio et Poenitentia, 26).

Es verdad que el Señor es misericordioso, que Dios es Amor y que todo lo perdona. Pero, al mismo tiempo, Él quiere la conversión del pecador, que se arrepienta y viva. El propósito de enmienda conlleva que tomemos en serio la maldad del pecado y huyamos de él; implica que no abusemos de la Misericordia de Dios pensando que, como todo lo perdona, da igual lo que hagamos y no hace falta esforzarse...

Él sí se toma en serio el misterio de iniquidad. Por eso el Señor espera y exige este propósito de enmienda. A la adúltera le dice: “Vete y no peques más” (Jn 8,11); al ciego de nacimiento: “Vete y no peques más, no sea que te ocurra algo peor” (Jn 5,14).

3 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez25 septiembre, 2009 23:15

    Gracias Javier por recordarnos y enseñarnos como hacer una buena confesión.
    Con el blog, he descubierto la importancia de una confesión bien hecha y lo poco que me preparo para hacerla.
    Desde ahora voy hacer el propósito de cambiar y hacer las cosas "Cómo Dios manda", seguro que me sentiré espiritualmente reparado.
    Un saludo a todos.

    ResponderEliminar
  2. A veces las cosas más elementales hay que recordarlas y volverlas a explicar de vez en cuando para que no se olviden.

    Los actos del penitente en el sacramento de la Penitencia son importantes y si somos conscientes de lo que hacemos y lo vivimos con profundidad y amor, el Sacramento puede dar muchísimo más fruto aún.

    No es nada nuevo porque me lo habéis escuchado en distintas ocasiones, en homilías, en retiros y en la catequesis de adultos; pero al ofrecerlo aquí en el blog -esta gran catequesis de adultos- pretendo que dedicando tiempo a leer se asuma mejor y a los que lleguen por casualidad al blog, les suponga una invitación a confesar bien si hace mucho que no lo hacen.

    ResponderEliminar
  3. Muchisimas gracias por la edificacion. Dios lo bendiga siempre

    ResponderEliminar